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Entonces, ¿quién es James Blake? Tenemos la engañosa sensación de conocer perfectamente al londinense porque ha hecho carrera a base de exponer sus sentimientos en sus canciones, pero no es fácil saber con exactitud de qué hablamos cuando hablamos de James Blake. Algunos dirán que es esa atípica estrella pop que se arranca a cantar en castellano a dueto con Rosalía; otros defenderán que es el crooner afligido que se alía con Justin Vernon para competir por ver quién tiene el falsete más emocionante. ¿Lo que hace es imaginar el futuro, revisar el pasado o conectar ambos? A estas alturas, tampoco está claro el color de su música, en caso de que tenga alguno concreto. También hay dudas sobre si es un productor urbano o de beats de dormitorio. De hecho, ¿es un productor, un pianista o un cantante? Quizá es, en realidad, un rapero aunque no lo parezca: si ha colaborado con Kendrick Lamar, Jay-Z, Vince Staples, Travis Scott y André 3000, por algo será. Entonces, qué, ¿quién es James Blake? Where’s the catch?
El truco, si es que lo hay, lo ha ido perfeccionando en tiempo récord. Ha conseguido que no haya un único James Blake: se ha merendado su propio límite. Antes de ayer era una pieza más del puzzle post-dubstep que formó junto a colegas como Mount Kimbie y Joy Orbison y ahora ya puede decir que Beyoncé le reclutó para su icónico Lemonade. Toda una vida condensada en diez años de crecimiento en paralelo a Primavera Sound. 2011, 2013, 2015 y 2019: ya acumula cuatro visitas al festival. Cuatro son también los trabajos que ha lanzado hasta ahora. El más reciente, Assume Form, llegó el pasado enero para completar una sucesión de discos que quizá no ha terminado de aclararnos del todo quién es James Blake… pero sí ha servido para definir el sonido de esta década que ya está a punto de acabar sin haberle visto dar un paso en falso.