JOHN MCGUIRE
(California 1942)
48 Variations for two pianos
(1976 – 1980) – 55
MARK KNOOP, PIANO
RODERICK CHADWICK, PIANO
COMENTARIO
por Arnau Horta
En el año 1976 Walter Zimmermann viajó a los Estados Unidos para entrevistar a algunos de los compositores que más lo habían influenciado. El objetivo del viaje, explica, era «descubrir lo que todos estos compositores tenían en común a pesar de sus diferencias». John Cage, Alvin Lucier, Morton Feldman, Beth Anderson, Pauline Oliveros o Christian Wolff fueron algunas de las personas con quienes Zimmermann conversó durante su viaje. La recopilación de todas estas entrevistas se convirtió en el libro Desert Plants, una obra de referencia que testimonia como ninguna otra el espíritu de la vanguardia musical americana de la época. John McGuire (Artesia, California, 1942) también fue uno de los entrevistados. Sus respuestas, sin embargo, las escribió en una carta enviada desde Alemania, a donde se había trasladado unos años antes para estudiar con Krzysztof Penderecki y Karlheinz Stockhausen.
Si Zimmermann había decidido viajar a los Estados Unidos desde Alemania para entrevistar a algunos de sus compositores más admirados, McGuire había hecho la misma travesía en sentido contrario para conocer de primera mano algunas de las grandes figuras de la nueva música europea. Durante los años setenta, estudió composición algorítmica con Gottfried Michael Koenig y música electrónica con Hans Ulrich Humpert. En el año 1976, escribió Pulse Music, su primer trabajo para cinta magnética. A esta pieza siguieron Pulse Music II, escrita en el año 1977 para cuatro pianos y una pequeña orquesta, y, un año después, Pulse Music III, de nuevo para cinta magnética. Aunque se trata de una composición radicalmente diferente en lo que respecta a la técnica y al estilo, 48 Variations for Two Pianos pertenece al mismo periodo que Pulse Music y guarda algunas semejanzas con las tres partes de esta composición, quizá la más conocida de McGuire.
La música de McGuire se ha descrito a menudo como una síntesis entre las técnicas de composición serial y las estructuras repetitivas del minimalismo norteamericano. Tal como señala Paul V. Miller en el texto que acompaña la nueva edición de Pulse Music (publicada recientemente en su versión íntegra a través del sello Unseen Worlds), el serialismo y el minimalismo parecen estar basados en unos principios casi antagónicos. La música serial, escribe Miller, se basa en una serie de «maniobras técnicas más bien opacas y complejas texturas sonoras»; el minimalismo, en cambio, se basa en «procesos transparentes al oído que no esconden sus mecanismos internos». Sin embargo, tal como señala Miller, cuando se trata de la música de McGuire, esta distinción no resulta tan evidente.
Kevin Volans, otro alumno de Stockhausen y uno de los representantes de la denominada Escuela de Colonia junto con McGuire, Clarence Barlow, Gerald Barry o el propio Walter Zimmerman, sitúa esta voluntad de difuminar y sintetizar las formas del serialismo con las del minimalismo en el marco del movimiento que a mediados de los setenta recibió el nombre de Nova Simplicitat. «En esa época parecía que sólo se pudiera elegir entre las asimetrías de la música atonal y las simetrías repetitivas del minimalismo. Los compositores de la Nueva Simplicidad utilizamos la dinámica y el resto de parámetros musicales de una manera estructural. Éramos compositores estructurales, no expresionistas», explica Volans para describir el 'ethos de ese movimiento que, tal y como ocurría en la escena norteamericana en aquellos mismos años, estaba formado por compositores con ideas y estilos de lo más diferentes.
48 Variations for Two Pianos pone de manifiesto este carácter estructural (o más bien postestructural) de la música de McGuire. Los gráciles arabescos de aires impresionistas que resultan del diálogo entre los dos pianos funcionan como una imagen calidoscópica hecha de relaciones tonales y atonales que se deconstruyen y se reconfiguran cada segundo. Inmerso en este espacio sonoro multidimensional, el oyente se ve entregado, en palabras del mismo McGuire, a una «indeterminación perceptiva» que lo obliga a identificar y restablecer de manera dinámica sus propias relaciones entre los diversos planes contenidos en el interior de la pieza. La experiencia de escuchar 48 Variations for Two Pianos se parece a la de adentrarse en un laberinto de espejos: una travesía llena de sorpresas y pocas certezas que no tiene como objetivo conducirnos a un punto determinado, sino hacernos dudar y fascinarnos con las infinitas posibilidades sonoras que vamos descubriendo a lo largo de un camino que podríamos seguir transitando hasta el infinito.