FRANZ JOSEPH HAYDN
(Rohrau, Austria 1732 - Viena 1809)
Sinfonía n.º 60 en Do mayor, Hob. I/60 “Il distratto”
(1774) – 1.ª audición – 23′
I. Adagio
II. Andante
III. Menuetto
IV. Presto
V. Adagio di lamentatione
VI. Finale: Prestissimo
HANS ABRAHAMSEN
(Copenhague 1952)
Concierto para trompa y orquesta
1ª audición. Estrena nacional – 18′
I. Sehr langsam und mit viel Ruhe
II. Stürmisch und unruhig
III. Sehr langsam, ohne Zeit
Juan Manuel Gómez, trompa
PAUSA 20'
BOHUSLAV MARTINU
(Policka, República Checa 1890 – Liestal, Suiza 1959)
Memorial to Lidice
1.ª audició – 8′
LUDWIG VAN BEETHOVEN
(Bonn, Alemania 1770 – Viena 1827)
Sinfonía n.º 5 en do menor, op. 67
(1807-1808) – 36′
I. Allegro con brio
II. Andante con moto
III. Allegro
IV. Allegro
Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña
Juan Manuel Gómez, trompa
Ludovic Morlot, dirección
PRIMEROS VIOLINES Vlad Stanculeasa, concertino / Jaha Lee, concertino asociada / Raúl García, asistente de concertino / Pedro Rodríguez, asistente de concertino / Sarah Bels / Walter Ebenberger / Natalia Mediavilla / Katia Novell / Maria Pilar Pérez / Anca Ratiu / Jordi Salicrú / Marina Arrufat* / Paula Banciu* / Sei Morishima* SEGUNDOS VIOLINES Ivan Percevic, solista / Emil Bolozan, asistente / Patricia Bronisz / Clàudia Farrés / Melita Murgea / Josep Maria Plana / Robert Tomàs / Cristian Benito* / Ana Kovacevic* / Laura Pastor* / Aria Marina Trigas* / Yulia Tsuranova* VIOLAS Aine Suzuki, solista / Josephine Fitzpatrick, asistente / Christine de Lacoste / David Derrico / Franck Heudiard / Miquel Serrahima / Jennifer Stahl / Andreas Süssmayr / Adrià Trulls / Oreto Vayá* VIOLONCHELOS José Mor, solista / Joaquín Fernández*, solista invitado / Lourdes Duñó / Vincent Ellegiers / Marc Galobardes / Jean-Baptiste Texier / Carla Conangla* / Andrea Fernández* CONTRABAJOS Christoph Rahn, solista / Dmitry Smyshlyaev, asistente / Jonathan Camps / Apostol Kosev / Matthew Nelson / Anna Cristina Grau* FLAUTAS Christian Farroni, asistente / Beatriz Cambrils / Ricardo Borrull, flautín OBOES Rafael Muñoz, solista / José Juan Pardo / Dolores Chiralt, asistente / Disa English, corno inglés CLARINETES Josep Fuster, asistente / Elvira Querol*, clarinete en mi bemol / Manuel Jódar* FAGOTS Silvia Coricelli, solista / Noé Cantú / Thomas Greaves, asistente / Slawomir Krysmalski, contrafagotTROMPAS Juan Conrado García, asistente / Joan Aragó / Pablo Marzal / David Bonet TROMPETAS Mireia Farrés, solista / Andreu Moros * TROMBONES Eusebio Sáez, solista / Antoni Duran* / Gaspar Montesinos, asistente / Antonio Boronat*, trombón bajo TUBA Daniel Martínez* TIMBALES JoanMarc Pino PERCUSIÓN Juan Francisco Ruiz / Ignasi Vila / Miquel Angel Martínez* / Guillem Ruiz* ARPA Magdalena Barrera CELESTA Jordi Torrent*
ENCARGADO DE ORQUESTA Walter Ebenberger
RESPONSABLE DE DOCUMENTACIÓN MUSICAL Begoña Pérez
RESPONSABLE TÉCNICO Ignacio Valero
PERSONAL DE ESCENA Luis Hernández *
COMENTARIO
por Diego Civilotti
MÚSICA Y SÍMBOLO
El impulso teatral de la Sinfonía n.º 60 en Do “Il distratto” de Joseph Haydn se suele explicar por el contexto de su producción, en la década operística de su catálogo. En este caso, el origen de la partitura es la música incidental para una comedia de Jean-François Regnard, Le distrait (El distraído), donde el protagonista confunde el nombre de su prometida y llega a olvidar su propia boda. Lo que tenemos es una especie de “ópera para orquesta” en la que cada sección tiene su papel. Un juego simbólico de ingenio que dibuja escenas desde la propia música, donde el primer movimiento funciona a modo de obertura. La distancia irónica es sin duda uno de los rasgos de la obra de Haydn y del clasicismo vienés. Uno de los más repetidos son las incongruencias estilísticas que explora en distintas etapas, tanto en sinfonías anteriores como en su música de cámara (paradigmático en el finale de su Sonata para piano n.º 60 en Do). En esta sinfonía escuchamos todo tipo de extravagancias, interrupciones que rompen el hilo de un discurso, injertos procedentes de otras sinfonías, cambios repentinos de tempo… desembocando en un divertido finale, donde el tema principal se detiene abruptamente para que las cuerdas se pongan a afinar y vuelvan a empezar.
Hans Abrahamsen convierte su Concierto para trompa en un símbolo de renacimiento. Como consecuencia de una parálisis cerebral desde su nacimiento, el compositor danés tiene limitado el movimiento de la mano derecha, lo que le condujo a estudiar trompa, instrumento que se puede tocar con la mano izquierda. El resultado es una obra exigente y de rigurosa construcción formal, que al mismo tiempo abre muchos espacios para el lirismo del solista. Con largos pasajes meditativos y sin acudir a técnicas no convencionales, Abrahamsen logra explorar un vasto territorio de la riqueza tímbrica de la trompa. El concepto de la partitura conecta con la sensibilidad romántica, ligada a la historia del instrumento. La visión plástica de Abrahamsen es muy elocuente: imaginó un claro de bosque en el que se sitúa el solista, entre el director y la orquesta. Esta lo rodea, y desde los contrabajos hunde sus raíces como los árboles. Así pues, en especial en el último movimiento, escuchamos la trompa desde un espacio sagrado que se disolverá en el silencio y que se corresponde con la descripción de María Zambrano: «Un lugar intacto que parece haberse abierto en ese solo instante y que nunca más se dará así (...). Queda la nada y el vacío que el claro del bosque da como respuesta a lo que se busca».
La obra de Bohuslav Martinu suele mencionarse entre los neoclasicismos del siglo pasado, que dominaron la escena musical después de la Segunda Guerra Mundial. Más allá de las etiquetas, se trata de un compositor arraigado en la tradición de la antigua Bohemia desde Bedrich Smetana. El profundo dramatismo de este breve Memorial para Lidice, cercano al de su primera sinfonía, tiene su origen en un episodio muy concreto. Lidice es un símbolo: una ciudad arrasada por los nazis en 1942, donde no sobrevivió ningún hombre, mientras que la inmensa mayoría de mujeres y niños fueron masacrados en campos de concentración. Desde el exilio y la tremenda dificultad de convertirlo en música, Martinu escribió una partitura de concentrada intensidad, que arranca con un agresivo acorde de do menor al que se superpone un do sostenido menor, dando paso a un pasaje de lirismo desolador en las maderas. En la cita de la Sinfonía n.º 5 de Beethoven, insertada por Martinu hacia el final de la obra (en corno inglés, trompas y violas) y convertida en canto fúnebre, parece que se rompa en mil pedazos el proyecto ilustrado, transformado en el triunfo de la barbarie.
También la Sinfonía n.º 5 de Ludwig van Beethoven fue leída durante la Segunda Guerra Mundial como un símbolo, que recoge Martinu en su obra. La BBC utilizó las cuatro primeras notas para emitir una señal de victoria entre las fuerzas aliadas, siguiendo el código morse, donde la secuencia corto-corto-corto-largo representa la letra “V” y coincide con el patrón rítmico del célebre motivo al inicio del primer movimiento, que se transforma e impregna todos los temas hasta el triunfal movimiento final. En alguna ocasión se ha tomado la reseña de Ernst Theodor Amadeus Hoffmann (1810) sobre esta sinfonía como la última etapa de una inversión en la jerarquía de las artes que cambió la recepción de la música. La estética romántica la emplazó en el lugar más alto, hasta erigirse en el medio privilegiado de acceso al Absoluto. El “placer negativo” de lo sublime, donde la finitud del sujeto queda superada por el “anhelo infinito” al que alude Hoffmann, se ha buscado en la desmesura y la expresividad desatada. Sin embargo, su arquitectura y planificación temática, de estructura circular y hecha de unidades minúsculas, es una referencia absoluta precisamente por su solidez.
Del Romanticismo hemos heredado una noción de símbolo que sigue impregnando nuestra recepción de la música. El símbolo hace presente la ausencia simbolizándola: precisamente esa condición simbólica de la música la puede convertir en instrumento de algo ajeno a ella misma. Al mismo tiempo, se añade a su realidad histórica y material, desbordando su significado. Es la que nos lleva a compartir estas notas, como un puente hermenéutico hacia el vacío.