FELIP PEDRELL
(Tortosa 1841 – Barcelona 1922)
I triumfi: Triumfo della gloria
6′
VI. Evviva il Poeta e il Campidoglio
VII. Incoronazione (Inno)
WITOLD LUTOSŁAWSKI
(Varsovia 1913 – 1994)
Concierto para violonchelo y orquesta
(1970) – 23′
Nicolas Altstaedt, violonchelo
PAUSA 20'
JOHANNES BRAHMS
(Hamburgo 1833 - Viena 1897)
Sinfonía n.º 2 en Re mayor, op. 73
(1877) – 39′
Allegro ma non troppo
Adagio non troppo
Allegretto grazioso (Quasi andantino)
Allegro con spirito
Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña
Nicolas Altstaedt, violonchelo
ludovic morlot, dirección
PRIMEROS VIOLINES Vlad Stanculeasa, concertino / Raúl García, asistente de concertino / Pedro Rodríguez, asistente de concertino / Sarah Bels / Walter Ebenberger / Katia Novell / Maria Pilar Pérez / Anca Ratiu / Jordi Salicrú / Paula Banciu* / Matthias Leonard Emmerink* / Octavi Martínez* / Oleksandr Sora* / Aria Marina Trigas* SEGUNDOS VIOLINES Ivan Percevic*, solista / Alexandra Presaizen, solista / Emil Bolozan, asistente / Jana Brauninger / Patricia Bronisz / Clàudia Farrés / Melita Murgea / Josep Maria Plana / Robert Tomàs / Ana Kovacevic* / Laura Pastor* / Yulia Tsuranova* VIOLAS Benjamin Beck, solista / Aine Suzuki, solista / Christine de Lacoste / David Derrico / Franck Heudiard / Miquel Serrahima / Jennifer Stahl / Andreas Süssmayr / Adrià Trulls / Johan Rondón* VIOLONCHELOS José Mor, solista / Olga Manescu, asistente / Lourdes Duñó / Vincent Ellegiers / Marc Galobardes / Jean-Baptiste Texier / Yoobin Chung* / Joan Rochet* CONTRABAJOS Christoph Rahn, solista / Dmitri Smyshlyaev, asistente / Jonathan Camps / Apostol Kosev / Nenad Jovic* FLAUTAS Christian Farroni, asistente / Beatriz Cambrils / Ricardo Borrull, flautín OBOES Rafael Muñoz, solista / José Juan Pardo / Dolores Chiralt, asistente / Disa English, corno inglés CLARINETES Francesc Navarro / Maria del Carmen García* / Alfons Reverté, clarinete bajo FAGOTS Silvia Coricelli, solista / Noé Cantú / Thomas Greaves, asistente / Slawomir Krysmalski, contrafagot TROMPAS Juan Manuel Gómez, solista / Joan Aragón / Juan Conrado García, asistente / Pablo Marzal / David Bonet TROMPETAS Mireia Farrés, solista / Sergi Serra* / Ángel Serrano, asistente / Andreu Moros* TROMBONES Gaspar Montesinos, asistente / Vicent Pérez / Raúl García, trombón bajo TUBA Daniel Martínez* TIMBALES Juan Antonio Martín* PERCUSSIÓN Juan Francisco Ruiz / Manuel Roda* / Guillem Ruiz* ARPA Magdalena Barrera, solista CELESTA Gregori Ferrer* PIANO Lluïsa Espigolé*
ENCARGADO DE ORQUESTA Walter Ebenberger
RESPONSABLE DE DOCUMENTACIÓN MUSICAL Begoña Pérez
RESPONSABLE TÉCNICO Ignacio Valero
PERSONAL DE ESCENA Luis Hernández *
COMENTARIO
por Albert Fontelles i Ramonet
En el marco del centenario del nacimiento del compositor y musicólogo Felip Pedrell (1841-1922), la OBC, con la ayuda de la editorial Ficta, recupera una de las obras más desconocidas de su catálogo. Se trata de I trionfi, escrita después de sus estancias en Italia y Francia, donde, según varios especialistas, recibió la influencia de Franz Liszt y Hector Berlioz. Este poema sinfónico, junto con el conocido poema Excelsior, pertenece a uno de los períodos más fructíferos de Pedrell. Compuesto en 1880, el poema se articula en tres partes. Sin embargo, en esta ocasión sólo se interpretará la tercera, Trionfo della fama. La obra, inédita hasta el día de hoy, se inspira en I trionfi de Petrarca, un poemario escrito en el siglo XIV consagrado a los triunfos, una costumbre romana que magnificaba a los héroes de guerra a partir de visiones alegóricas de la vida, como el amor, la muerte y la fama.
El 14 de octubre de 1970, el mítico violonchelista Mstislav Rostropóvich y la Orquesta Sinfónica de Bournemouth, bajo la dirección de Edward Downes, estrenaron el Concierto para violonchelo de Witold Lutosławski en la Royal Hall de Londres. Nacido en Varsovia en 1913, el compositor tuvo que compaginar su formación con el entrenamiento militar y las terribles condiciones de la Polonia ocupada por los nazis. Finalizada la guerra, el régimen estalinista prohibió su Primera sinfonía al tildarla de «formalista». Sin embargo, Lutosławski continuó componiendo y, en 1958, con Música fúnebre –dedicada a Béla Bartók–, logró reconocimiento internacional.
El día del estreno del Concierto para violonchelo, el músico polaco comentó: «El Concierto consta de cuatro movimientos interpretados sin pausa: “Introducción”, “Cuatro episodios”, “Cantilena” y “Final”. Necesité más de año y medio para componerlo. En la “Introducción”, examino la nota re repetida en intervalos de un segundo de manera inexpresiva, como un momento de relajación o, incluso, de distracción […]. En la “Cantilena”, desarrollo una amplia línea melódica. Luego viene una especie de enfrentamiento entre el violonchelo y la orquesta, en el que el solista –que interpreta tres secciones muy rápidas– es “atacado” por pequeños grupos de instrumentos. Por último, la orquesta se impone, consiguiendo un clímax. El violonchelo responde con un lamento. Éste podría haber sido un final sombrío para mi obra, pero después aún queda una coda corta y rápida».
Johannes Brahms esperó hasta los 43 años para escribir su primera sinfonía, una labor que consideraba de gran complejidad. Así lo relató el músico al director Hermann Levi: «¡Usted no puede ni imaginar lo que significa tener tamaño gigante caminando detrás!» en referencia a Beethoven, por quien el músico sentía una gran veneración. A lo largo de su vida, Brahms prefirió cultivar obras de pequeño formato, hasta que en 1876 culminó su primera sinfonía, iniciada veinte años antes. Al año siguiente presentó la segunda, de un temperamento muy distinto. Algunos expertos consideran que esta segunda sinfonía –de carácter amable en comparación con la primera, que tenía un corte más sombrío– supuso una liberación de la presión de la figura de Beethoven.
Brahms compuso buena parte de esta partitura durante unas vacaciones de verano en la localidad austríaca de Pörtschach, un enclave situado frente al lago Wörthersee. Brahms, que en ese momento había logrado independencia económica y se entregaba definitivamente a la composición, confesó que la segunda sinfonía partía de la inspiración que habían despertado en él aquellos paisajes tan idílicos. Así lo corroboró su amigo Theodor Billroth, quien fue el primero en tocarla al piano: «¡Es un murmullo de arroyos, cielos azules, un sol luminoso, sombras frescas y verdes!». Por este motivo, algunos la llaman "La Pastoral de Brahms", aunque este nombre no ha arraigado. Sea como fuere, la Filarmónica de Viena la estrenó en diciembre de 1877 bajo la batuta de Hans Richter con gran éxito.
En el allegro non troppo, los violonchelos y los contrabajos inician una célula de tres notas que se convierte en el embrión de toda la sinfonía. La transición hacia el segundo tema –que recuerda la conocida Canción de cuna op. 49, escrita en 1868– introduce cierto aire bucólico en la obra. En el movimiento lento, adagio non troppo, se percibe el carácter introvertido y sombrío propio del músico alemán. En esta parte, Brahms transforma el material temático constantemente y contrapone pasajes de desesperación con fragmentos de calma y reposo. El allegretto grazioso (quasi andantino) recupera la luminosidad pastoral de la obra. El tema inicial, interpretado por el oboe –una transformación de la célula del primer movimiento–, constituye la primera sección de una forma que se articula en A-B-A-B-A. El tema B, a tempo presto, proporciona un evidente contraste rítmico que recuerda el carácter de las Danzas eslavas de Dvořák, contemporáneo de Brahms. La sinfonía concluye con la luminosidad y el arrebato del allegro con spirito, y con una gran coda triunfal como muestra de la victoria de Brahms frente a los espectros beethovenianos que le habían perseguido.