COMENTARIO

por Carlos Pérez Cruz

Hermanos en (a)sincronía

Lo suyo es el ritmo, que no necesariamente el baile, a no ser que se tenga una idea muy desprejuiciada del movimiento corporal. Si ese es tu caso, el dúo noruego Brutter es para ti. Porque está dedicado por completo al latido de la música. Es ahí, en el ritmo, en el pulso, donde se cruzaron hace diez años los caminos musicales de los hermanos Wallumrød. Christian, con un bagaje más jazzístico como pianista en proyectos propios y en grupos como Dans les Arbres; el otro, Fredrik, baterista, miembro de bandas de rock y de metal como Span y Dog Almighty. Ambos, obsesionados con el ritmo.

Por distintos que sean sus equipajes, ambos comparten intereses. "Nos fijamos en las mismas cosas cuando escuchamos música", explica el batería. «Cualquier tipo de música», añade el pianista que, en Brutter, trabaja con sintetizadores y electrónicas. Se fijan, cómo no, en el ritmo que, según Fredrik, ha estado también siempre muy presente en la expresión como pianista de Christian. Su fraseo se basa mucho en el groove, incluso cuando toca material más libre, apunta.

El de Brutter es un trabajo sobre las posibilidades que se abren al poner el foco de forma exclusiva en un elemento básico de la música. Un trabajo de espejos divergentes a partir de la exposición de dos ritmos sencillos y tocados de forma simultánea que, al contraponerse, “de pronto, de forma muy impredecible, pueden convertirse en algo muy extraño y que lleven a que [la música] se deshaga o se transforme en algo diferente”, según Christian, el mayor de los Wallumrød.

Sí, existe repetición, pero Brutter evita caer en la reiteración a partir de la colisión rítmica. De hecho, la palabra noruega bruttero se puede traducir como 'roto', lo que es inherente al juego que plantean. Es decir, proponen ciclos, pero no para desarrollar variaciones. No hacen 'música de club'. Les gusta la repetición, lo admiten, pero no para instalarse en el trance; por eso eluden la sincronía por muy básicos que sean los ritmos. E improvisan, para descubrir así grooves insospechados y llegar a la abstracción. Improvisación que se enciende a partir de combinaciones de tempo muy específicas con las que inician la actuación. El único pacto antes de lanzarse a andar.

Y si solo es ritmo, ¿es música? Según una de las acepciones recogidas en el diccionario, música es “melodía, ritmo y armonía, combinados”. Ausentes de forma premeditada dos de los elementos que la componen, los Wallumrød defienden, sin embargo, que lo suyo es “sin duda” música. “Quizá te tengas que abrir un poco”, reflexiona Christian, quien asegura que, aunque sea de forma sutil, la de Brutter contiene trazas de los tres elementos. “Todo ritmo contiene algo de material tonal. Parte de él tiene que ver con las frecuencias, así que es muy difícil evitar toda sensación tonal”. Además, en los últimos dos años Brutter ha incorporado instrumentos de cuerda que les permiten integrar, de forma casi primitiva, “algo de material tonal” a base de acordes y melodías muy básicos.

Se ha escrito que la música de Brutter es exigente con el público, pero la única demanda que ellos le hacen es, dice Fredrik, que “se tome el tiempo para escuchar” y se disfrute de la “sencillez” de su propuesta sin buscar referencias convencionales ni anticipar resoluciones predecibles. Para Christian, uno de los placeres es permitirse que la mente cree “asociaciones” entre lo que suena como dúo y la evocación de “música completamente diferente”. La suya ha relacionado Brutter con los lenguajes del hiphop, la música de discoteca, el rock e, incluso, con “cosas más experimentales”. La clave está, remata, en “escuchar y mantener la mente abierta para crear tus propias asociaciones”. La de Brutter es una de dos hermanos. De ahí el nombre que, además de “roto”, en noruego es una forma informal para referirse a un hermano.