EDVARD GRIEG
(Bergen, Noruega 1843 – 1907)

Concierto para piano y orquesta en la menor, op. 16

(1868) – 30′

Allegro molto moderato
Adagio
Allegro moderato molto e marcato

Jan Lisiecki, piano

PAUSA 20′

ALEXANDER VON ZEMLINSKY
(Viena, Austria 1871 – Nueva York, Estados Unidos 1942)

Die Seejungfrau

(La Sirenita) – Fantasía en tres movimientos para orquesta inspirada en un cuento de H. C. Andersen (1902-1903) – 47′

Sehr mässig bewegt (tiempo moderado)
Sehr bewegt, rauschend (movido, absorto)
Sehr gedehnt, mit schmerzvollem Ausdruck (sostenido con expresión dolorosa)

Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya

Jan Lisiecki, piano

Vasily Petrenko, dirección

PRIMEROS VIOLINES Joel Bardolet*, concertino invitado / Raúl García, asitente de concertino / Paula Banciu / Sarah Bels / Walter Ebenberger / Ana Galán / Zabdiel Hernández / Natalia Mediavilla / Lev Mikhailovskii / Katia Novell / Ivan Percevic / Pilar Pérez / Jordi Salicrú / Ícar Solé / Cèlia Johé* / Eugènia Ostas* · SEGUNDOS VIOLINES Margarita Sikoeva*, solista invitada / Emil Bolozan, asistente / M. José Aznar / Jana Brauninger / Patricia Bronisz / Clàudia Farrés / Alzy Kim / Mireia Llorens / Octavi Martínez / Melita Murgea / Laura Pastor / Robert Tomàs / Iván Launes* / Arturo Seijo* · VIOLAS Pawel Krymer*, solista invitado / Giulia Wechsler*, asistente invitada / Noemí Fúnez, asistente / Christine de Lacoste / David Derrico / Josephine Fitzpatrick / Franck Heudiard / Sophie Lasnet / Miquel Serrahima / Jennifer Stahl / Andreas Süssmayr / Adrià Trulls · VIOLONCHELOS Charles-Antoine Archambault, solista / José Mor, solista / Blai Bosser, asistente / Lourdes Duñó / Vincent Ellegiers / Marc Galobardes / Elena Gómez / Lluc Pascual / Jean-Baptiste Texier / Iryna Morozova* · CONTRABAJOS Luís Cabrera, solista / Dmitri Smyshlyaev, asistente / Jonathan Camps / Apostol Kosev / Josep Mensa / Matthew Nelson / Gerard Dalmau* / Risto Vuolanne* · FLAUTAS Francisco López, solista / Beatriz Cambrils / Christian Farroni, asistente / Ricardo Borrull, flautín · OBOES Dolors Chiralt, asistente / José Juan Pardo / Disa English, corno inglés · CLARINETES Josep Fuster, asistente / Francesc Navarro / Francisco Rodríguez*, clarinete en mi b / Laura García*, clarinete bajo · FAGOTS Silvia Coricelli, solista / Noé Cantú / Thomas Greaves, asistente · TROMPAS Juan Manuel Gómez, solista Juan Conrado García, asistente solista / Pablo Marzal, asistente / Artur Jorge / Pedro Sapena* / Sandra Ramón* · TROMPETAS Ángel Serrano, asistente / Adrián Moscardó / João Fernandes* · TROMBONES Eusebio Sáez, solista / Pablo Rodríguez* / Gaspar Montesinos, asistente / Raúl García, trombón bajo · TUBA Daniel Martínez · TIMBALES David Montoya, solista · PERCUSIÓN Joan Marc Pino, solista / Ignasi Vila · ARPA Magdalena Barrera, solista  / Esther Pinyol*

DIRECTORA TÉCNICA María Marí
JEFA DEL DEPARTAMENTO ARTÍSTICO Montserrat Grau
ASISTENTE DIRECCIÓN TÉCNICA Núria Torrens
PRODUCCIÓN ARTÍSTICA Jose Sanchis
CONTRACTACIÓN EXTERNA Leticia Martín
ARCHIVERA Begoña Pérez
ADMINISTRATIVA Mercè J. Puertas
ENCAREGADO DE ORQUESTA Walter Ebenberger
RESPONSABLE TÉCNICO Ignasi Valero
PERSONAL DE ESCENA Luís Hernández*

*Colaborador/a

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por Oriol Pérez i Treviño

Un concierto para descubrir lo romántico

Fue el filósofo alemán Rüdiger Safranski (Rottweil, 1945) quien señaló, en el conocido ensayo Romanticismo. Una odisea del espíritu alemán (Ed. Tusquets, 2009), la diferencia entre el Romanticismo y “lo romántico”. Según Safransky, el Romanticismo es una época. Lo romántico, en cambio, es una actitud del espíritu que no se circunscribe a ninguna época determinada. De esta forma, podemos asegurar que lo romántico sigue existiendo en nuestros días y no es, en absoluto, un fenómeno cultural exclusivamente alemán.

Por este motivo nos atrevemos a calificar el concierto de hoy como romántico, a pesar de que los dos compositores protagonistas, el noruego Edvard Grieg y el austríaco Alexander von Zemlinsky, no son ni alemanes ni pertenecen al Romanticismo. Eso sí, las dos obras escogidas son románticas hasta la médula.

Para corroborarlo basta con escuchar el inicio de las dos obras. En el caso del celebérrimo Concierto para piano en la menor, op. 16 de Grieg, un redoble de timbal y en la fantasía orquestal La sirenita de Zemlinsky, una sonoridad orquestal grave, profunda y misteriosa que, evidentemente, ha sido interpretado como una “representación” y/o “descripción” de la profundidad del océano. Pero más allá de esta correspondencia sonora, es evidente que los dos inicios nos llevan a una voluntad definida con precisión quirúrgica por el propio Grieg en su conversación con Arthur M. Abell: «Nosotros los compositores, proyectamos lo infinito e ilimitado en lo finito y limitado». Es posible que no encontremos otra definición más exacta de lo romántico.

Es lo romántico inseparable de la búsqueda del yo más profundo y que, en el caso del artista, es siempre indisociable de sus experiencias vitales, pero también estéticas. Es de esta forma como el concierto de Grieg encuentra su genealogía en la recepción hecha por el compositor de Bergen del Concierto para piano, op. 54 (1846) de Robert Schumann (1810-1856) y la fantasía orquestal de von Zemlinsky en la lectura del cuento de La sirenita del danés Hans Christian Andersen (1805-1875).

Más allá de compartir ambas obras el citado denominador común de “lo romántico”, no es menos cierto que también comparten un “algo danés” como lo son una literatura (Zemlinsky) y una geografía (Grieg). Así, no deja de sorprendernos que el Concierto para piano, op. 16 de Grieg, la única obra concertante compuesta por un autor erigido como el gran paladín, junto a Ole Bull (1810-1880), del nacionalismo musical noruego, fue concebido en el pueblo danés de Søllerød, en 1858. Hacía diez años que, en Leipzig, siendo Grieg un estudiante de tan solo dieciséis años, había quedado profundamente impactado por la interpretación en la sala de conciertos de la Gewandhaus del Concierto para piano, op. 54 (1846) del citado Schumann, interpretado por su viuda Clara. El impacto de aquella interpretación se sumó a la influencia recibida por parte de su profesor de piano, Ernst Ferdinand Wenzel (1808-1880), que siempre consideró la música de su amigo Schumann una cima de la literatura pianística y, de hecho, esta literatura acabaría acompañando siempre a la carrera musical de Grieg. Sabemos, así, que Grieg en su presentación, en su ciudad natal de Bergen, como pianista y compositor interpretó sus Cuatro piezas para piano, op. 1 (1861), dedicadas a Wenzel, pero también el Cuarteto para piano, op. 47 (1842) de Schumann.

Es de esta forma que al aproximarnos a este opus 16 de Grieg no lo estamos haciendo tan solo con uno de los grandes conciertos para piano erigidos en canónicos por grandes pianistas como el solista de hoy, Jan Lisiecki, sino con una de esas muestras donde la obra musical es la respuesta creativa a una obra musical anterior. Así, sin mucho margen de error, podemos decir que este Concierto para piano de Grieg es la respuesta al mencionado concierto de Schumann que, asimismo, se convierte en la respuesta al Concierto para piano (1835) de Clara Schumann (1819-1896). Y es que la genealogía del concierto de Grieg encuentra sus raíces implícitas en el concierto de una de las más grandes compositoras de toda la historia de la música occidental y no debe extrañarnos, consecuentemente, que los tres conciertos, los de Clara y Robert Schumann y Edvard Grieg, estén compuestos en la misma tonalidad de la menor.

No menos romántica e intensa es la obra orquestal La sirenita de Alexander von Zemlinsky, un autor que está siendo reivindicado por nuestra orquesta en las últimas temporadas. Si en 2022 lo fue con la interpretación de su Sinfonía Lírica (1924), ahora lo es con una obra que durante bastantes años se creyó perdida o incluso destruida. El origen debe situarse en el hecho de que el propio compositor decidió sacar la obra de su catálogo después de su última interpretación en vivo, en noviembre de 1907 en Praga.

Estrenada y dirigida por el mismo compositor el 25 de enero de 1905 en el Musikverein, en un concierto donde también se estrenó el Pelleas und Melisande de su cuñado y antiguo alumno de contrapunto Arnold Schönberg (1874-1951), la obra se erige en un canto de dolor por el fracaso de su relación sentimental, iniciada en abril de 1901, con Alma Schindler (1879-1964). Esta decidió romper la relación en noviembre del mismo año al conocer a Gustav Mahler (1860-1911), con quien se casaría en marzo de 1902. Al igual que un anticipo a las obras mahlerianas posteriores al año 1910, o lo que es lo mismo, a las obras posteriores al conocimiento de Mahler de la infidelidad de Alma con el arquitecto Walter Gropius y donde siempre subyace una expresión de desamor, rechazo e incomprensión, en La sirenita encontramos algo parecido y donde el cuento de Andersen parece convertirse en un símbolo escondido de la relación fallida. ¿O quizás “sirenita” era como llamaba Zemlisnky a Alma?

Después de trabajar a fondo entre febrero de 1902 y marzo de 1903, y de su estreno y posteriores audiciones, Zemlinsky decidió regalar el primer movimiento a su amiga médica Marie Pappenheim (1882-1966) y los otros dos movimientos fueron trasladados con él a Nueva York después de huir de Austria, en 1938. Estos fueron interpretados por la viuda Louise Zemlinsky (1900-1992) como los movimientos supervivientes de una Sinfonía inacabada. Fue, sin embargo, a inicios de la década de los ochenta cuando los trabajos de los musicólogos británicos Keith J. Rooke y Alfred Clayton dieron a conocer la correspondencia de los tres movimientos orquestales y cómo los tres conformaban La sirenita.

Obra tan receptora de las tendencias del Romanticismo más moderno de Richard Wagner (1813-1883) en su trabajo motívico, como del desarrollo formal de Johannes Brahms (1833-1897), hoy tenemos la oportunidad de disfrutar de una gran obra del sinfonismo romántico dirigida por Vasily Petrenko que la grabó, en 2021, para el sello Onyx al frente de la Royal Liverpool Philharmonic Orchestra. Un concierto para descubrir lo romántico.

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