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por Martí Marfà Castán
La Iglesia Evangélica Filadelfia es la organización religiosa más representativa en el Estado español del denominado pentecostalismo gitano. Se trata de un movimiento de filiación protestante evangélica y milenarista, que promueve la regeneración espiritual a través de la conversión adulta. Su religiosidad se basa en la creencia en la presencia literal de la divinidad a través de la figura del Espíritu Santo. Este se manifestaría en el cuerpo de los fieles en forma de experiencias extáticas, es decir, lo que en términos bíblicos se llaman dones del Espíritu o dones carismáticos, especialmente el don de lenguas, pero también los de profecía, sanación y ciencia. En general, son prácticas religiosas fervorosas y corporales, que se combinan con momentos más reflexivos de interpretación de la Biblia por parte de los pastores que conducen las ceremonias.
El pentecostalismo comenzó a introducirse entre algunos grupos gitanos franceses en los años 50 y pronto se constituyó una denominación independiente y específicamente gitana. En España llegó en los años 60 y experimentó una rápida proliferación a partir de la segunda mitad de los años 70 y sobre todo en los 80, cuando también se consolidó con fuerza en Cataluña. Las conversiones de líderes comunitarios y artistas gitanos del flamenco o de la rumba catalana contribuyeron decididamente a esta expansión. El movimiento se registró legalmente como Iglesia Evangélica Filadelfia porque la ley de asociaciones franquista no admitía denominaciones con la palabra gitano, como sí ocurría en otros países, donde se denomina Misión Evangélica Gitana y nombres similares.
Gran parte del éxito del movimiento radica en la capacidad adaptativa y flexible del pentecostalismo, que le ha permitido integrarse de forma orgánica en las prácticas socioculturales de las comunidades gitanas. La Iglesia Evangélica Filadelfia ha sabido encontrar en la interpretación bíblica la manera de incorporar y reforzar valores que las comunidades gitanas consideran distintivos, como son el respeto y la autoridad de los mayores o el ideal de pureza de la novia. Y a su vez, en momentos de crisis, ha permitido dar respuesta y contener prácticas que podían poner en riesgo la cohesión, la salud y la proyección de las comunidades en el conjunto de la sociedad, como la violencia familiar, el consumo y el tráfico de drogas u otras actividades ilícitas. Si bien hay personas gitanas con otras filiaciones religiosas, actualmente entre las comunidades gitanas se considera que esta forma de pentecostalismo, popularmente conocido como el culto, es la religión propia y distintiva. No todos son creyentes ni practicantes en la misma medida, pero las iglesias, los pastores, sus narrativas y sus prácticas constituyen núcleos de referencia comunitaria ineludibles hoy en día.
La música tiene un papel central en el pentecostalismo gitano en Cataluña y en el Estado. Acompaña todas las ceremonias y ayuda a distinguir las partes o momentos, que pueden ser de oración pausada, de alabanza exultante o de predicación reflexiva. Las canciones contribuyen a propiciar los estados anímicos que se esperan para cada momento. Este hilo musical es interpretado en directo, por músicos y cantantes de la congregación, así como por otros a quienes se invita puntualmente. Las canciones siempre tienen letra de temática religiosa y son autoría de músicos creyentes, tanto del pentecostalismo gitano como de otros movimientos evangélicos internacionales. De la misma manera, a nivel de estilo, las sonoridades cercanas a las prácticas más habituales entre las comunidades gitanas de Cataluña, como la canción aflamencada, la rumba o la salsa, se combinan con arreglos y piezas de estilos como el folk, el pop latino o el soul.
Para las personas creyentes de este movimiento, la música religiosa y la música secular pertenecen a mundos diferentes e incluso contradictorios. Y no siempre se ve bien que un músico se dedique a ambas escenas de forma simultánea. Ciertamente, la vocación y el propósito de las canciones religiosas son diferentes, pero al mismo tiempo podemos apreciar conexiones sonoras entre ambos mundos, que ayudan a entender cómo el pentecostalismo se ha incorporado a las comunidades gitanas y contribuye a mantener su singularidad y supervivencia cultural.