JOHANN SEBASTIAN BACH
(Eisenach, Alemania 1685 – Leipzig, Alemania 1750)

Los 6 motets, BWV 225-230

Der Geist hilft unser Schwachheit auf, BWV 226

I. Der Geist hilft unser Schwachheit auf
II. Der aber die Herzen forschet
III. Du heilige Brunst, süßer Trost

Komm, Jesu, komm, BWV 229

I. Komm, Jesu, komm –
II. Aria: Drum schließ ich mich in deine Hände und sage, Welt, zu guter Nacht!

Lobet den Herrn, alle Heiden, BWV 230

PAUSA 10’

Jesu, Meine Freude, BWV 227

I. Jesu, meine Freude
II. Es ist nun nichts Verdammliches
III. Unter deinem Schirmen
IV. Denn das Gesetz
V. Trotz dem alten Drachen
VI. Ihr aber seid nicht fleischlich
VII. Weg mit allen Schätzen
VIII. So aber Christus in euch ist
IX. Gute Nacht, o Wesen
X. So nun der Geist
XI. Weicht, ihr Trauergeister

Fürchte dich nicht, ich bin bei dir, BWV 228

I. Fürchte dich nicht, ich bin bei dir
II. Fürchte dich nicht, denn ich habe dich erlöset – Herr, mein Hirt, Brunn aller Freuden! – Fürchte dich nicht, du bist mein

Singet dem Herrn ein neues Lied, BWV 225

I. Singet dem Herrn ein neues Lied
II. Wie sich ein Vater erbarmet
III. Lobet den Hern in seinen Taten

La duración aproximada del concierto es de 90’

ENSEMBLE O VOS OMNES

XAVIER PASTRANA, dirección

SOPRANOS Evelyn Johnson /  Brenda Sara / Maria Pujades / Clara Brunet · ALTOS Mariona Llobera / Eulàlia Fantova / Marc Guerris / Mercè Bruguera · TENORES Ferran Mitjans / Carles Prat / Martí Doñate / Matthew Thomson BAJOS Jesús Maria García Aréjula / Néstor Pindado / Oriol Mallart / Guglielmo Buonsanti 

ÓRGANO Marc Díaz · VIOLONCHELO Amat Santacana · CONTRABAJO Oriol Martí

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por Oriol Pérez Treviño

POR FIN HE ENCONTRADO UNA MÚSICA QUE ME INTERESA DE VERDAD

De entre la música fúnebre compuesta por Johann Sebastian Bach (1685-1750) para su interpretación durante los entierros en la ciudad de Leipzig, sus Motetesdesempeñan un papel más que referencial. No deja de ser curioso que, pese a tratarse de un género adscrito al stile antico y, por tanto, alejado de la modernidad que siempre gustó tanto al kantor, fuera tratado de una manera tan exquisita y profunda por parte de quien el musicólogo Christoph Wolff bautizó como “músico sabio”. Gracias al redescubrimiento en 1999 del manuscrito del Altbachisches Archiv en Kiev, sabemos a través de los especialistas en caligrafía y paleografía bachianas que, en realidad, el motete Lieber Herr Gott de Johann Christoph Bach (1642-1703) nos ha llegado en forma de un arreglo de orquestación realizado por el propio Johann Sebastian pocos meses antes de morir. Al doble coro con bajo continuo original le añadió partes para instrumentos de cuerda y viento. Pero no es esta una cuestión menor. Según el citado erudito Christoph Wolff, a medida que la vista de Bach iba empeorando al final de su vida, el compositor decidió arreglar ese motete de Johann Christoph para que pudiera interpretarse en su funeral. Los motivos habría que buscarlos en que, muy posiblemente, Bach cantara este motete del primo hermano de su padre Johann Ambrosius (1645-1695) cuando era monaguillo de la cantoría de la Georgenkirche de Eisenach en el entierro de sus padres.

No corresponde aquí recordar que la biografía de Bach estuvo duramente marcada por la realidad de la muerte: huérfano de padre y madre antes de los diez años de edad, vivió la muerte de más de la mitad de sus hijos y de su primera esposa Maria Barbara (ca. 1684-1720). Pero no fue solo esta realidad lo que marcó su obra, sino también la necesidad de mostrar su vínculo con una tradición musical que le llevó a componer diferentes Evangelienmotetten a partir de las copias que Bach tenía del Florilegium Portense en dos volúmenes (Leipzig, 1618 y 1621), en los que encontramos una selección de motetes a 4, 5, 8 y 10 voces. Lo curioso del caso es que Bach, que era un gran receptor de la música alla moda que había en su tiempo, que conocía profundamente las óperas de su amigo Johann Adolph Hasse (1699-1783) y el estilo galante, y que llegó a hacer una versión paródica del Stabat Mater de Giovanni Battista Pergolesi (1710-1736), se interesara por el motete evangélico y compusiera grandes muestras de este género, del cual algunos de sus familiares, como el citado Johann Christoph, Heinrich (1615-1692) y Johann Michael (1648-1694), ya habían legado excelentes ejemplos.

El hecho de que estas obras se usaran como música para funerales es lo que explica su pervivencia y que no se dejaran de interpretar nunca, por lo que se constituyeron en parte del núcleo de aquella música bachiana que nunca dejó de sonar después de su muerte. Es este el motivo por el cual los MotetesBWV 225-230 fueron una de las primeras obras en ser publicadas por Breitköpf & Härtel entre los años 1802 y 1803, con lo que se adelantaron en más de cuarenta años a la primera edición de la Misa en si mrealizada por Nägeli y Simrock en 1845.

Más allá de la disposición constructiva de los motetes –en la que encontramos escrituras a 4, 5 y 8 voces–, de la sabiduría contrapuntística que revelan y de su belleza, su importancia radica en que Bach intenta llevar a la práctica su convicción de que la música constituye, por sí misma, una realidad religiosa, y que cuanto más perfecta es su composición e interpretación, más inmanente es la presencia de Dios en la música.

No es extraño, pues, que, en 1789, Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), treinta y nueve años después de la muerte de Johann Sebastian Bach, después de escuchar en la iglesia de Santo Tomás el motete Singet dem Herrn, ein neues Lied,BWV 255, exclamara: “¡Por fin he encontrado una música que me interesa de verdad!”.

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