GEORG FRIEDRICH HAAS
(Graz, Austria 1953)

Tria ex uno 

para seis instrumentos 

(2001) – 13’

OCTAVI RUMBAU
(Barcelona, España 1980)

En suspensió 

para vibráfono y electrónica 

(2019) – 13′

CLAUDE DEBUSSY
(Saint-Germain-en-Laye, Francia 1862 – París, Francia 1918)

Prélude a l’après-midi d’un faune 

(1891-94; arr. Paolo Fradiani, 2014) – 10′

GÉRARD GRISEY
(Belfort, Francia 1946 – París, Francia 1998)

Le temps et l’écume 

para cuatro percusiones, dos sintetizadores y orquesta de cámara 

(1988 -1989) – 21’

FRAMES PERCUSSION

PERCUSIÓN: Ferran Carceller, Sabela Castro, Rubén Orio, Miquel Vich Vila
PIANO Y SINTES: Haize Lizarazu y Carolina Santiago
ELECTRÓNICA EN VIVO: Itziar Viloria
PROGRAMACIÓN DE ELECTRÓNICA: Alex Tentor

gio sYMPHONIA

PRIMEROS VIOLINES Christian Torres / Cèlia Johé · SEGUNDOS VIOLINES Eszter Schütz / Inés Sanchís · VIOLAS Anna Aldomà / Laia Martí · VIOLONCHELOS François Ragot / Irma Bau · CONTRABAJOS Enric Boixadós / Núria Casas · FLAUTAS Elisabeth Franch / Aleix Vaqué · OBOES Pau Roca / Montserrat Piqué · CLARINETE Y REQUINTO Francesc Navarro / Joan Roca · CLARINETE BAJO Y CONTRABAJO Xavi Castillo · FAGOT Clara Canimas / Pepa Fusté · TROMPAS David Folch / Joan Camps · TROMPETAS Ramón Figueras / Jaume Prat · TROMBONES Pol Vilar/ Joan Palacios

Francesc Prat, dirección

PRODUCCIÓN: Miquel Vich & Hèctor Boada
PARTITURAS Y CONTENIDOS: Joan Roca
BRAND MANAGER: Alba Albert
MARKETING DIGITAL: Anna Borràs
DIRECCIÓN GENERAL: Jaume Sabaté

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por Asier Puga

TEMPO(S)

El tiempo presente y el tiempo pasado
Acaso estén presentes en el tiempo futuro.
Tal vez a ese futuro lo contenga el pasado.
Si todo tiempo es un presente eterno
Todo tiempo es irredimible.

Cuatro Cuartetos de T. S. Eliot (Traducción de José Emilio Pacheco)

Con estos versos comienza “Burnt Norton”, el primer poema de Cuatro Cuartetos (1936-1942), el gran ciclo poético del autor británico-estadounidense T. S. Eliot. Se trata de una reflexión sobre el tiempo (y los tiempos), al igual que el programa que presentan FRAMES Percussion y GIO Symphonia.

Tria ex uno, del compositor austríaco Georg Friedrich Haas, se basa en la Missa L’homme armé super voces musicales del compositor renacentista Josquin des Prez, inspirada a su vez en una melodía popular de la época.

Como si de un juego de espejos se tratase, Haas divide su obra en tres partes. La primera es un arreglo estricto del segundo Agnus Dei de la misa de Josquin des Prez. En la segunda parte, Haas hace un ejercicio de intervención instrumental –“instrumentación descriptiva”, como él lo define–, donde el Agnus Dei se ve coloreado por las imaginativas combinaciones instrumentales que crea el compositor austríaco. Es en la tercera parte donde el diálogo entre ambos compositores se hace más intenso y llega a crear una nueva obra conjunta, ya que, como el propio Haas explica, “es una nueva composición en la que la música del Agnus Dei se parafrasea y a la que se transfiere”.

Octavi Rumbau es uno de los compositores actuales más interesantes. Su música nace de un ecosistema que, partiendo de materiales muy reducidos, genera biologías sonoras fascinantes. La metáfora biológica en la música de Rumbau tiene su sentido, ya que su música prolifera orgánicamente a través de estructuras complejas en las que tanto los elementos armónicos como los rítmicos, e incluso los tecnológicos, se desarrollan y evolucionan alterando nuestra percepción temporal.

En su obra En suspensió, como el propio título indica, todo se suspende, tanto lo armónico como lo rítmico. Esta obra surge de un proyecto de intersección de música y coreografía que Rumbau desarrolló con los bailarines y coreógrafos Federica Porello, Albert Quesada y Zoltán Vakulya, mediante el cual pretendían “investigar, interrogar y manipular la experiencia subjetiva del paso del tiempo”.

En 1918, cansado de la facilidad para escandalizarse del ambiente musical vienés, Arnold Schönberg funda en Viena la Sociedad de Conciertos Privados, una iniciativa que pretendía ofrecer a la música de nueva creación de la época un entorno adecuado para su interpretación y escucha. Uno de los compositores más programados fue Claude Debussy.

Schönberg realiza en 1920 un arreglo para ensemble del Prélude à l’après-midi d’un faune (Preludio a la siesta de un fauno) de Debussy. La obra está inspirada en un poema de Mallarmé, el gran poeta simbolista, pero más que del poema (Debussy dejó claro que su obra no era una suerte de poema sinfónico al estilo de Liszt), la gran influencia le llegó del propio Mallarmé, con quien Debussy tenía una gran amistad. Acudía cada martes a las tertulias que el poeta organizaba en su casa, a las que asistían personalidades como Monet, Valéry, Proust o Gide. Aquí Debussy se empapó de las consignas simbolistas, lo cual, unido a sus deseos de renegar de los conceptos escolásticos del Conservatorio de París, hizo que se embarcara en la composición de su preludio en 1892.

En esta obra, Debussy, muy influido por las conquistas armónicas de la ópera Tristán e Isolda de Wagner, crea una obra enigmática, atmosférica, directamente relacionada con la estética simbolista. Para Mallarmé, la poesía era una suerte de encantamiento, un medio que debía sugerir más que mostrar, concepto clave para entender los avances tanto armónicos como orquestales que Debussy impulsó en esta obra, que serían tan admirados por Schönberg y su sociedad vienesa.

A mediados de la década de 1970 surge, principalmente en Francia, un movimiento que investiga y trabaja compositivamente el sonido, es decir, todas las características que tiene un sonido, desde su espectro hasta el timbre, los diversos ataques con los que se puede abordar una nota e incluso el ruido. Gérard Grisey fue uno de los grandes compositores que investigó y creó obras espectrales (pese a que él eludía este término) con el objetivo de reflexionar sobre el ritmo para modular (estirando o contrayendo) la experiencia temporal.

Para la composición de Le temps et l’écume (El tiempo y la espuma), Grisey se inspiró en las teorías astrofísicas que comenzaban a surgir en la época. A partir de esta base, Grisey intentó proyectar el mismo objeto sonoro en diferentes escalas de tiempo. Es como la superficie del océano: desde el cielo parece lisa, inmóvil. Sin embargo, a medida que nos vamos acercando, comenzamos a ver pequeños movimientos de olas, hasta que de cerca comprobamos la agitación y la turbulencia del mar. Es a grandes rasgos lo que Grisey intenta hacer musicalmente, como dijo el musicólogo y filósofo Peter Szendy: “Una obra que es a su vez un tamiz de tiempos relativos; un atajo temporal que abre una perspectiva impactante”.

 

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