CRISTÓBAL DE MORALES
(Sevilla 1500 – Málaga 1553)
Peccantem me quotidie
(deOfficium Defunctorum)
FRANCISCO GUERRERO
(Sevilla 1528 – 1599)
Misa pro defunctis
(1582)
Introit
Kyrie
Graduale
Tractus – Absolve Domine
Offertorium
Sanctus
Hei mihi Domine (in elevatione Domini)
FRANCISCO CORREA DE ARAUXO
(Sevilla 1584 – Segovia 1654)
Tiento de noveno tono
(órgano solo)
Agnus
Communio
Responsorium – Libera me
ALONSO LOBO
(Osuna 1555 – Sevilla 1617)
Versa est in luctum
La duración aproximada del concierto es de 60'
COR CEREROLS
MARC DÍAZ, ÓRGANO Y DIRECCIÓN
SOPRANOS: Brenda Sara, Evelyn Johnson y Marta Esteban
ALTOS: Marta Cordomí, Mariona Llobera y Tessa Roos
TENORES: Carles Prat, David Hernàndez, Martí Doñate y Matthew Thomson
BAJOS: Joan Climent, Néstor Pindado y Oriol Mallart
COMENTARIO
por Sergi Zauner
Si la celebración ritual del paso a la muerte es prácticamente inherente a la condición humana, en la cultura occidental recibió un impulso definitivo durante la Edad Media con la plena adopción del concepto de purgatorio, un estado intermedio en el que el alma era purificada antes de acceder a la salvación eterna. El catolicismo consideraba la posibilidad de acelerar el paso por el purgatorio mediante donaciones económicas para actos litúrgicos conmemorativos. De esta forma, dio espacio a una cierta influencia terrenal en la gestión divina del destino de las almas en el más allá. Es en este contexto en el que debemos entender la proliferación y la larga trayectoria histórica de la misa de difuntos. La de Francisco Guerrero en el siglo XVI, pero también, más tarde, las de Wolfgang Amadeus Mozart y Giuseppe Verdi son deudoras del mismo fenómeno.
La trayectoria profesional de Francisco Guerrero (1528-1599) es, a la vez, representativa y atípica. Como muchos de sus coetáneos, ejerció de maestro de capilla de una catedral, pero, a diferencia de lo habitual, a lo largo de su vida prácticamente solo fue contratado por una entidad: la catedral de Sevilla. Durante los cincuenta años que permaneció al servicio de esta poderosa institución (Sevilla era el puerto de entrada del oro de las Indias y una de las ciudades más ricas y pobladas del mundo conocido), Guerrero cultivó todo tipo de géneros de polifonía destinados a solemnizar y embellecer el culto, de modo que legó una vasta producción musical casi exclusivamente religiosa.
Tal y como marcaba la exigencia litúrgica, la Missa pro defunctis de Guerrero está construida a partir del canto gregoriano precedente, con el que alterna de principio a fin. Se trata de una obra peculiar porque se conservan de ella dos versiones (publicadas en 1565 y 1582). La segunda, que hoy escucharemos, presenta una serie de modificaciones que responden a una adaptación a las directrices litúrgicas y musicales emanadas del Concilio de Trento (1545-1563), un evento que marcó el inicio de la Contrarreforma y que, aunque poco conocido fuera de los círculos de entendidos, es clave para entender nuestra historia cultural. El Réquiem de Guerrero es, pues, testigo de una importante época de cambios.
El Cor Cererols, surgido de la experiencia en la Escolanía de Montserrat y, por tanto, de una tradición de familiaridad y respeto hacia la polifonía renacentista, ha optado por enmarcar la obra de Guerrero con los motetes Peccantem me quotidie de Cristóbal de Morales (1500-1553) y Versa est in luctum de Alonso Lobo (1555-1617). Estas obras, de quienes precisamente fueron maestro y discípulo del maestro de Sevilla, completarán un programa que nos ofrece tres joyas de la polifonía funeraria del Siglo de Oro hispánico.
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