BÉLA BARTÓK
(Nagyszentmiklos, Imperio Austrohúngaro, actualmente Rumanía 1881 – Nueva York 1945)
Concierto para piano y orquesta n.º 3
(1945) – 23′
I. Allegretto
II. Adagio religioso – Poco più mosso – Tempo I
III. Allegro vivace
Juan Floristán, piano
PAUSA 20’
EDWARD ELGAR
(Broadheath, Reino Unido 1857 – Worcester, Reino Unido 1934)
Sinfonía n.º 2 en Mi b mayor, op. 63
(1909-11) – 1.ª audición – 54’
I. Allegro vivace e nobilmente
II. Larghetto
III. Rondo: Presto
IV. Moderato e maestoso
ORQUESTRA SIMFÒNICA DE BARCELONA I NACIONAL DE CATALUNYA
Juan Floristán, piano
Juanjo Mena, DIRECCIÓn
PRIMEROS VIOLINES Ori Wissner-Levy*, concertino invitado / Sarah Bels / Walter Ebenberger / Ana Galán / Natalia Mediavilla / Lev Mikhailovskii / Katia Novell / Anca Ratiu / Aurora Zodieru-Luca / Marina Arrufat* / Cèlia Johé* / Octavi Martínez* / Neus Navarrete* / Laura Pastor* / Agnese Petrosemolo* / Yulia Tsuranova* · SEGUNDOS VIOLINES Alexandra Presaizen solista / Emil Bolozan, asistente / Jana Brauninger / Patricia Bronisz / Clàudia Farrés / Alzy Kim / Melita Murgea / Robert Tomàs / Paula Banciu* / Cristian Benito* / Vladimir Chilaru* / Andrea Duca* / Arturo Seijo* / Oleksandr Sora* · VIOLAS Anna Puig, solista / Adolfo Hontañón*, asistente invitado / David Derrico / Josephine Fitzpatrick / Frank Heudiard / Miquel Serrahima / Jennifer Stahl / Andreas Süssmayr / Adrià Trulls / Cristina Izcue* / Laia Martí* / Oreto Vayá* · VIOLONCHELOS José Mor, solista / Audun Sandvik*, asistente invitado / Blai Bosser / Irene Cervera / Vincent Ellegiers / Jean-Baptiste Texier / Yoobin Chung* / Elena Gómez* / Blanca Gorgojo* / Joan Rochet* · CONTRABAJOS Christoph Rahn, solista / Dmitri Smyshlyaev, asistente / Jonathan Camps / Apostol Kosev / Matthew Nelson / Joan Cantallops / Anna Cristina Grau* / Nenad Jovic* · FLAUTAS Francisco López, solista / Beatriz Cambrils / Ricardo Borrull, flautín · OBOES Rafael Muñoz, solista / José Juan Pardo / Dolors Chiralt, asistente / Disa English, corno inglés · CLARINETES Josep Fuster, asistente / Francesc Navarro / Alfons Reverté, clarinete bajo / Lluís Casanova*, clarinete en mi b · FAGOTS Silvia Coricelli, solista / Noé Cantú / Thomas Greaves, asistente / Slawomir Krysmalski, contrafagot · TROMPAS Juan Manuel Gómez, solista / Artur Jorge / Juan Conrado Garcia, asistente solista / Iván Carrascosa*, asistente invitado / José Antonio Soria* · TROMPETAS Mireia Farrés, solista / Ángel Serrano, asistente / Andreu Moros* / Patricio Soler* · TROMBONES Eusebio Sáez, solista / Gaspar Montesinos, asistente / Raúl García, trombón bajo / Pablo Rodríguez* · TUBA Daniel Martínez · TIMBALES Joan Marc Pino, asistente · PERCUSIÓN Ignasi Vila / José Luís Carreres* / Miquel Àngel Martínez* / Guillem Ruiz* · ARPA Magdalena Barrera, solista / Laura Boschetti*
ENCARGADO DE ORQUESTA Walter Ebenberger
RESPONSABLE DE DOCUMENTACIÓN MUSICAL Begoña Pérez
RESPONSABLE TÉCNICO Ignasi Valero
PERSONAL DE ESCENA Luis Hernández*
* Colaborador/a
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por Aleix Palau
El director Juanjo Mena visita nuevamente L’Auditori para explorar las profundidades del alma humana a través de un programa musical excepcional que presenta dos obras tan opuestas como fundamentales en la historia sinfónica de la primera mitad del siglo XX.
El Concierto para piano y orquesta n.°3 de Béla Bartók y la Sinfonía n.°2 de Edward Elgar destacan por sus particularidades estilísticas y emocionales, a pesar de provenir de contextos y trayectorias diferentes. Esta comparación no solo revela las diferencias inherentes a sus respectivos períodos, sino también las sorprendentes similitudes que conectan ambas composiciones en términos de expresión artística e influencias culturales.
El Concierto para piano n.°3 de Bartók, creado durante su última etapa vital, refleja las últimas exploraciones del compositor húngaro en su intento de fusionar las tradiciones folklóricas con las nuevas ideas compositivas. Bartók, que ya había recopilado y transcrito melodías populares, incorpora esta riqueza melódica y rítmica a su concierto para piano. La complejidad rítmica, el uso de modos húngaros y la riqueza armónica se combinan para crear una obra que es, a la vez, contemporánea y arraigada en las raíces culturales de su país. Este concierto es la última muestra de la maestría de Bartók antes de su muerte y una síntesis impresionante de su evolución como compositor. Una obra que quedó inacabada por el autor y de la cual su discípulo Tibor Serly completó los últimos 17 compases.
El solista de hoy, el genial pianista andaluz Juan Floristán, emerge como un artista dotado de una profunda comprensión de la obra. Más que simplemente ejecutar las notas con virtuosismo, Floristán nos guía a través de los intersticios de la composición. Su interpretación no solo es una experiencia auditiva, sino también una inmersión completa en el universo que Bartók deseó transmitir. Cada frase, cada acorde, es una ventana a las profundidades del alma musical que captura los matices que resuenan en la audiencia.
Por el contrario, la Sinfonía n.°2 de Elgar, compuesta entre 1909 y 1911, pertenece a una época anterior y representa los ideales del nacionalismo romántico. Elgar, con su profunda conexión con la cultura inglesa y su deseo de expresar un sentimiento de grandeza nacional, crea una sinfonía que es expansiva y emotiva. Utiliza una instrumentación rica y texturas detalladas para transmitir su visión musical, influenciada por su entorno político y social. Esta sinfonía revela la capacidad de Elgar para evocar un espíritu patriótico sin perder la sofisticación artística.
Una similitud crucial entre las dos obras radica en su capacidad para explorar las dimensiones emocionales de la música. Tanto Bartók como Elgar buscan profundizar en la expresión artística mediante la exploración de los recursos orquestales, las melodías pegajosas y el uso creativo de las estructuras musicales. La música, en ambos casos, se convierte en una plataforma para la expresión de sus propias identidades y respuestas a los acontecimientos de sus tiempos.
Es importante destacar, sin embargo, que Bartók incorpora elementos folklóricos húngaros y experimenta con nuevas formas y técnicas, mientras que Elgar abraza la tradición romántica y crea una obra que es más introspectiva en su expresión nacionalista. Bartók, inmerso en los cambios del siglo XX, busca una síntesis innovadora de la antigüedad y la modernidad; Elgar mira hacia atrás en busca de inspiración.
Pero también se debe recordar que las obras de Bartók y Elgar fueron compuestas en momentos históricos muy diferentes. Bartók vive la turbulencia de la Segunda Guerra Mundial y los cambios sociales del siglo XX, Elgar, en cambio, es contemporáneo de una época anterior, marcada por la confianza victoriana y los acontecimientos previos a la Primera Guerra Mundial. Esto se refleja en sus composiciones, que capturan los espíritus y las atmósferas de sus respectivos períodos.
El Concierto para piano y orquesta n.°3 de Béla Bartók y la Sinfonía n.°2 de Edward Elgar ofrecen una oportunidad fascinante para explorar las diversas dimensiones de la música del siglo XX. A pesar de las diferencias evidentes en el estilo y el enfoque compositivo, las similitudes en la profundidad melódica y la exploración creativa revelan la universalidad de la música como forma de expresión artística. A través de estas dos obras, los compositores nos transportan a épocas y experiencias diversas, invitándonos a explorar la riqueza y la complejidad de su creación musical.