BENJAMIN BRITTEN
(Lowestoft 1913 – Aldeburgh 1976)
Les Iluminations, op. 18
para tenor y cuerdas
(1939) – 1a audició – 23
Text dArthur Rimbaud
I. Fanfare: Maestoso (poco presto)
II. Villes: Allegro energico
IIIa. Phrase: Lento ed estatico
IIIb. Antique: Allegretto, un poco mosso
IV. Royauté: Allegro maestoso
V. Marine: Allegro con brio
VI. Interlude: Moderato ma comodo
VII. Being Beauteous: Lento ma comodo
VIII. Parade: Alla marcia
IX. Départ: Largo mesto
Ian Bostridge, tenor
PAUSA 20
ROBERT GERHARD
(Valls 1896 – Cambridge 1970)
La Peste
para narrador, coro y orquesta
(1964) – 42
Text dAlbert Camus, traduït per Narcís Comadira
1. Orán
2. Lesclat de lepidèmia
3. La población
4. El Comité de Salud
5. El cierre de las puertas de la ciudad
6. La muerte de una joven
7. Los entierros
8. Lagonia de linfant
9. El final sobtat de lepidèmia. Epíleg
Pere Arquillué, narrador
Ensemble O Vos Omnes y cantantes de L'Auditori
Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana
Cor Madrigal
ORQUESTA SINFÓNICA DE BARCELONA Y NACIONAL DE CATALUÑA
IAN Bostridge, TENOR
PERE ARQUILLUÉ, NARRADOR
FRANCESC PRAT, DIRECCIÓN
ENSEMBLE O VOS OMNES
DIRECCIÓN: XAVIER PASTRANA
COR DE CAMBRA DEL PALAU DE LA MÚSICA CATALANA
DIRECCIÓN ARTÍSTICA: Simon Halsey
DIRECCIÓN PRINCIPAL: XAVIER PUIG
PREPARACIÓN DEL CORO: Júlia Sesé
COR MADRIGAL
DIRECCIÓN: PERE LLUÍS BIOSCA
PRIMEROS VIOLINES Frank Stadler*, concertino invitado / Raúl García, asistente de concertino / Maria José Aznar / Sarah Bels / Walter Ebenberger / Ana Galán / Katia Novell / Pilar Pérez / Jordi Salicrú / Andrea Duca* / Daniel Gil* / Ana Kovacevic* / Laura Pastor* / Yulia Tsuranova* SEGUNDOS VIOLINES Emil Bolozan, asistente / Claudia Farrés / Mireia Llorens / Melita Murgea / Josep Maria Plana / Robert Tomàs / Paula Banciu* / Alzy Kim* / Ariana Oroño* / Marina Surnacheva* / Aria Trigas* / Clara Vázquez* VIOLAS Aine Suzuki, solista / Rumen Cvetkov*, asistente invitado / David Derrico / Christine de Lacoste / Sophie Lasnet / Jennifer Stahl / Miquel Serrahima / Irene Argüello* / Javier López* / Jonathan Rondón* VIOLONCHELOS José Mor, solista / Audun Sandvik*, assistent invitat / Lourdes Duñó / Vincent Ellegiers / Marc Galobardes / Horia Mihon* / Joan Rochet* / Inés Sanz de Bermond* CONTRABAJOS Christoph Rahn, solista / Jonathan Camps / Apóstol Kosev / Matthew Nelson / Josep Mensa / Albert Prat FLAUTAS Francisco López, solista / Beatriz Cambrils / Christian Farroni, asistente / Ricardo Borrull, flautín OBOES Dolores Chiralt, asistente / José Juan Pardo / María José Meniz / Disa English, corno inglés CLARINETES Josep Fuster, asistente / Francisco Navarro / Elvira Querol*, clarinete en mi bemol / Xavier Castillo*, clarinete bajo FAGOTS Silvia Coricelli, solista / Noé Cantú / Thomas Greaves, asistente / Slawomir Krysmalski, contrafagot TROMPAS Juan Conrado García, asistente / Juan Aragón / Pablo Marzal, asistente de tercero / Alma María García* TROMPETAS Mireia Farrés, solista / Adrián Moscardó / Angel Serrano, asistente / Andreu Moros * TROMBONES Gaspar Montesinos, asistente / Vicent Pérez / Antoni Duran* / Juan Luis Bori*, trombón bajo TUBA Daniel Martínez * TIMBALES Raúl Camarasa* / Juan Antonio Martín* PERCUSIÓN Juan Francisco Ruiz / Ignacio Villa / Francisco José Amado* / José Luis Carreras* / Jordi Cid* / Joan Lombarte* PIANO Francisco Martí* ACORDIÓN Blai Navarro*
ENCARGADO DE ORQUESTA Walter Ebenberger
RESPONSABLE DE DOCUMENTACIÓN MUSICAL Begoña Pérez
RESPONSABLE TÉCNICO Ignacio Valero
PERSONAL DE ESCENA Luis Hernández *
* Colaborador
COMENTARIO
por Germán Gan
Barcelona, abril de 1936. Con motivo de la celebración del XIV Festival de la Sociedad Internacional de Música Contemporánea, la Ciudad Condal acoge las primeras audiciones públicas de numerosas composiciones que, en sus más variadas acepciones estéticas, constatan la floreciente situación de la “nueva música” mundial. En el programa de esos conciertos, y con solo dos días de diferencia, un joven Benjamin Britten asumía la parte de piano en la interpretación de su Suite para violín y piano, op. 6 (junto al violinista Antoni Brossa) y un más consolidado Robert Gerhard presenciaba el estreno de la suite de su ballet Ariel; un encuentro ocasional que en modo alguno presagiaba que ambos compositores, en apenas unos años, acabarían compartiendo horizontes vitales en Gran Bretaña (tras el exilio de Gerhard a Cambridge en 1939) y sufrirían en carne propia una convulsa coyuntura bélica a la que, de manera diversa, reaccionaron creativamente con obras como las dos que hoy presenta en su programa la OBC.
Aunque ya había mostrado su cercanía al universo literario de Albert Camus ―así, en su música para adaptaciones radiofónicas de La Peste (1954) y Caligula (1961) y en un proyecto inconcluso de ópera sobre L’Étranger (1954/1955)―, no fue hasta 1962 que Robert Gerhard, a raíz de un encargo de la BBC, encontró la oportunidad de rendir adecuado tributo a las “inquietudes morales, políticas y metafísicas” que el compositor de Valls reconocía como determinantes en el escritor durante la Segunda Guerra Mundial y en la inmediata posguerra. Y recurrió para ello de nuevo a La Peste, como fundamento textual de su cantata The Plague, estrenada en abril de 1964 y que condensa eficazmente, en nueve episodios, la materia de la novela de Camus: el relato, entre narración descriptiva y alegoría atemporal, de la indefensión individual y colectiva ante coyunturas tan imprevisibles como esa peste que castiga a la ciudad argelina de Orán a inicios de la década de 1940.
Desde la declaración de la enfermedad hasta su súbito (y con toda probabilidad efímero) repliegue y el consiguiente alborozo, precipitado e inconsciente, de la población víctima de la epidemia, no hay peripecia en The Plague que no interpele con inusitado poderío al oyente de 2022: las dudas de las autoridades sanitarias, la decisión del confinamiento urbano y el incesante goteo de víctimas anónimas nos sacuden en un plano genérico que toma cuerpo concreto en la agonía y muerte de personajes infantiles (episodios VI y VIII). La decisión de Gerhard de acudir a un narrador tensa hasta el límite el contraste entre su “estilo objetivo y desnudo de emotividad”, en sus mismas palabras, y la carga dramática de las intervenciones corales ―que transitan del habla o el recitado rítmico al canto― y la riqueza tímbrica de una orquesta que incorpora un acordeón y una nutrida percusión y cobra protagonismo tanto como marco de la cantata en sus intervenciones extremas como por medio de efectos instrumentales que subrayan con ingenio y nitidez determinados pasajes o situaciones del texto de Camus.
Al igual que Gerhard, también Britten vivió el exilio a inicios de la Segunda Guerra Mundial, a resultas de una actitud decididamente antimilitarista que lo llevó a establecerse en Estados Unidos hasta 1942. Fue ya en el continente americano, en octubre de 1939, donde concluyó la segunda obra de este programa: el ciclo Les Illuminations, op. 18, sobre algunos de los poemas en prosa del libro homónimo de Arthur Rimbaud, que, en su forma definitiva ―existen otras tres piezas que el compositor acabó desechando y que fueron completadas y orquestadas por Colin Matthews en 2004― fue estrenado en un Londres ya en guerra a finales de enero de 1940, en la voz de la soprano suiza Sophie Wyss.
A medio camino entre las dos contribuciones líricas más relevantes del primer Britten (Our Hunting Fathers, 1936, y la Serenata para tenor, trompa y cuerda, 1943), Las Iluminaciones refleja la precoz destreza del compositor de Aldeburgh en la escritura vocal, así como su capacidad para extraer de la orquesta de cuerda sonoridades y timbres casi sinfónicos (así, en los números “Fanfare” o “Phrase – Antique”), en la línea de obras de su catálogo tan conocidas como la simple Symphony (Sinfonía simple, 1934) o las Variaciones en Theme of Frank Bridge (Variaciones sobre un tema de Frank Bridge), tres años posterior. La contradicción entre la desconfianza que muestra Rimbaud hacia la hipocresía, la ruindad y la confusión de la sociedad contemporánea (“Being Beauteous”, “Parade”) y su cautivador ensoñamiento de urbes, paisajes y tiempos pretéritos (“Villes”, “Antique”, “Marine”) se resuelve en la música de Britten en una diversidad similar de colores expresivos, de soluciones armónicas arriesgadas (de la modalidad a la tonalidad expandida y elementos bitonales) y de alusiones sonoras fugaces o persistentes, bien barrocas, bien jazzísticas o plenamente románticas, cuya clave (“J'ai seul la clef de cette parade sauvage”, repite el compositor como pórtico, interludio y broche del ciclo) nos desafía tan enigmática como las propias “iluminaciones” de Rimbaud …