JOHANN HEINRICH SCHMELZER
(Scheibbs, Austria 1620 – Praga 1680)

Sonata IV a 6 (Sacro-Profanus Concentus musicus)

HEINRICH IGNAZ VON BIBER
(Stráž pod Ralskem, República Checa 1644 – Salzburgo 1704)

Sonata III a 6

JOHANN HEINRICH SCHMELZER

Lamento Sopra la Morte de Ferdinand III

JOHANN ROSENMÜLLER
(Oelsnitz, Alemania 1619- Wolfenbüttel, Alemania 1684)

Sonata XI a 5 en La mayor

(1682)

HEINRICH IGNAZ VON BIBER

Sonata VI a 5

GEORG MUFFAT
(Megève, Francia 1653 – Passau, Alemania 1704)

Sonata n.º 5 en Sol Mayor (Armónico Tributo)

I. Allemanda: Grave
II. Adagio
III. Fuga
IV. Adagio
V. Passacaglia

La duración aproximada del concierto es de 65'

TIENTO NUOVO

Ignacio Prego, clave y dirección

Emmanuel Resche-Caserta, violín
Víctor Martínez, violín
José Manuel Navarro, viola
Daniel Lorenzo, viola
María Martínez, violonchelo
Ismael Campanero, violone
Alberto Martínez, órgano

COMENTARIO

por Georgina Rabassó

Memento mori

Recuerda que tendrás que morir, recuerda que eres mortal. Esta idea puede formularse desde otras perspectivas, como sugieren las expresiones tempus fugit y carpe diem. A todo se le puede dar la vuelta, incluso a una cuestión tan implacable y seria como la muerte. Tratarse con la muerte puede conducirnos a apreciar la vida y a reorganizar nuestros valores y nuestras prioridades, aunque el regusto de una conceptualización como ésta sea ciertamente agridulce.

Los epicúreos consideran que no debemos temer a la muerte. Primero, porque todavía no ha sucedido. Pero sobre todo porque, si no hay sensaciones, ya no hay que aliviar ningún dolor. Los estoicos afirman que debemos aceptar la muerte en cuanto que ley de la naturaleza. Escapa a nuestro control y, por tanto, debemos intentar vivir lo mejor posible aceptando estos límites. La muerte ha sido uno de los temas centrales de la filosofía, y también de la música, ya que desde tiempos inmemoriales hasta nuestros días las ceremonias fúnebres se han acompañado de melodías elegidas con esmero.

La iconografía de la vanitas a menudo incluye instrumentos musicales para recordarnos la futilidad de los placeres y bienes mundanos. En consecuencia, es evidente que la música los representa. Por un lado, en el umbral de la modernidad, la música se prescribe como uno de los remedios para la melancolía: consuela, ordena y proporciona armonía al alma, y su componente social aporta una alegría reparadora. Por otro lado, el lamento encuentra en la música una forma de expresión profunda. Orfeo, según una de las versiones del mito, deambuló para siempre lamentando la pérdida de Eurídice.

El clavecinista Ignacio Prego –junto al grupo Tiento Nuovo, fundado y dirigido por él mismo– ofrece su tributo a la muerte en una velada protagonizada por el Barroco germánico. Nos invitan a disfrutar de piezas cantadas e instrumentales de Johann Heinrich Schmelzer, Heinrich Ignaz von Biber, Johann Rosenmüller y Georg Muffat. De su mano, el grupo trazará una cartografía de las emociones, de los rituales, de las convenciones y de los simbolismos asociados a la muerte. Una de las obras destacadas del repertorio contiene todos estos elementos: el Lamento por la muerte de Fernando III de Schmelzer, maestro de Von Biber.

Sigmund Freud decía que la melancolía es el duelo irreparable causado por la pérdida del objeto. Las fascinantes melodías que hoy escucharemos nos transmiten el esfuerzo creativo por formalizar estéticamente y acompañar emocionalmente el tránsito del vivir al morir. Son a la vez un eco de la pérdida y de la memoria. Son lamento, son homenaje.

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