COMENTARIO
por Joan Arnau Pàmies
Richard Barrett, uno de los compositores galeses más significativos de las últimas décadas, define la improvisación libre como «un método de creación musical en el que el marco formal (framework) en sí mismo se produce en el momento de la interpretación, y no antes de esta». Se trata de una definición que ofrece una concepción de esta música bastante alejada de otras visiones más restrictivas de la improvisación. Por ejemplo, la estética más tradicionalista del jazz actual entiende la improvisación principalmente como lo que ocurre durante el solo de un instrumentista; un solo basado en una secuencia de acordes predeterminada, un tempo preestablecido y un lenguaje motívico y tonal influido por una tradición concreta y bastante impermeable. Dicho de otra forma, los músicos de este tipo de jazz estudian previamente y en profundidad el marco formal de esta música, cuyo conocimiento les permitirá después improvisar correctamente durante los solos.
El uso de este último adverbio –correctamente– no es gratuito. El marco formal de una tradición musical en particular está constituido por todos aquellos elementos que proporcionan coherencia al discurso musical. He aquí algunos ejemplos básicos: el marco formal del clasicismo vienés contiene el famoso bajo Alberti; el de la música dodecafónica de Schönberg evita las octavas; el de la música techno contiene un beat a negras a menudo sintetizado por un TR-808 por encima de los 120 PPM. De esta forma, la yuxtaposición de un beat de techno y un bajo Alberti de una sonata de Mozart podrá generar infinidad de situaciones (curiosas, absurdas, ridículas, graciosas…), pero nunca tendrá coherencia según los parámetros propios del clasicismo o del techno. En este ejemplo, muchos de los elementos de estas dos músicas son irreconciliables y solo podrían coexistir y expresarse correctamente en el seno de un nuevo marco formal ecléctico.
De ahí surge la dicotomía entre lo correcto o no en un marco formal determinado. En la improvisación libre, argumenta Barrett, el marco formal aparece en el momento de la interpretación (y creación) y, por tanto, solo a medida que la música avanza podremos empezar a valorar su coherencia. A priori, cualquier sonido será válido, cualquier comienzo será adecuado. La gran dificultad para este tipo de improvisadores no es empezar a tocar, sino desarrollar un discurso musical con sentido basado en las relaciones entre los elementos introducidos en el pasado más inmediato; es decir, componer en tiempo real. En la improvisación libre, la trinidad entre pasado, presente y futuro es fundamental: los músicos están obligados a respetarla, un respeto que aparece incluso en la propia negación de esta en tanto que, sencillamente, el paso del tiempo es inevitable.
Els artistes d’avui han esdevingut figures claus de la improvisació lliure europea. El duo de Michel Doneda i Lê Quan Ninh és una formació estable amb dècades d’experiència als escenaris. Doneda, saxofonista, beu de referents com Sidney Bechet, Steve Lacy i Evan Parker, però també de la seva experiència personal al Gabon, on conegué la música tradicional del país. De formació clàssica, Lê Quan Ninh és intèrpret i improvisador. Fundador de diversos grups com el Quatuor Hêlios i l’ensemble]h[iatus, ha estrenat obres de compositors actuals com Kaija Saariaho, George Lewis, Vinko Globokar i Jennifer Walshe. Núria Andorrà té una trajectòria meteòrica. Formada a l’ESMUC i a la Hochschule für Musik de Karlsruhe, ha col·laborat amb grups de música contemporània com Icarus Ensemble, Algoritmo, Ensemble Abstraï, BCN 216, Murtra Ensemble i Morphosis Ensemble. És fundadora i directora de Improject Ensembe i MontMusic Festival, i com a improvisadora, ha tocat amb Agustí Fernández, Joëlle Léandre, Fred Frith, Susana Santos, Christiane Bopp i Tom Chant.
Concierto dedicado al recuerdo de Marianne Brull.