HENRY COWELL
(California, Estados Unidos 1897– Nueva York, Estados Unidos 1965)

Aeolian Harp

(1923)

JOSEP MARIA MESTRES QUADRENY
(Manresa, España 1929 – Barcelona, España 2021)

Tres Cànons en Homenatge a Galileu, 2

para piano y electrónica

(1966)

JOAN GUINJOAN
(Riudoms, España 1931 – Barcelona, España 2019):

Cèl·lules núm.1

(1966)

XAVIER BENGUEREL
(Barcelona, España 1931 -2017)

Estructura IV

(1967)

ANNA BOFILL LEVI
(Barcelona, España 1944)

Poema

(1974)

CARLES SANTOS
(Vinaroz, Espanya 1940 – 2017)

Armandino 77

(1977)

HARA ALONSO

Piano Cotidiano

para piano y electrónica

(2017)

COMENTARI

por Lluïsa Espigolé

Carlos Santos es recordado como uno de los artistas más innovadores y, al mismo tiempo, inclasificables, capaz de sacudir la percepción de la música y del arte contemporáneo, y de establecer un diálogo interdisciplinario que explora nuevas formas de expresión artística, siempre partiendo de su instrumento, el piano. Este espíritu se manifestó tanto en sus creaciones como en sus interpretaciones, y su labor como pianista — ya fuera a través de la obra propia o de otros compositores— contribuyó significativamente a la difusión y valoración de la música de nueva creación.

La primera parte del programa pone de relieve el repertorio personal de Carlos Santos en su faceta como pianista. Incluye dos de las obras clásicas contemporáneas registradas en su primer disco, Carles Santos: piano, amb una coberta d’Antoni Tàpies: Aeolian Harp de Henry Cowell (1923) y Tres Cànons en Homenatge a Galileu de Josep Maria Mestres Quadreny (1966), que figuraban junto a otras obras de John Cage, Anton Webern y Karlheinz Stockhausen, y que confirmaban a Santos como un brillante intérprete de piano contemporáneo.

Según Mestres Quadreny, Santos apareció en escena en 1963. Hacía poco que había terminado los estudios y tocaba muy bien Béla Bartók, cosa insólita en aquellos tiempos, en que las decrépitas escuelas oficiales de música eran expendedoras de títulos a músicos desmotivados y con escasa preparación. El contacto con el Club 49 lo catapultó al mundo de la música más avanzada, de la que muy pronto adquirió un pleno dominio porque, realmente, era un pianista excepcional. Es en este contexto de renovación y desarrollo de la cultura vanguardista en Cataluña, que Santos colabora como intérprete con los principales compositores de la escena experimental: Células n.1 (1966) de Joan Guinjoan, Estructura IV (1967) de Xavier Benguerel (registradas por el músico en el elapé Discípulos de Cristòfor Taltabull, de EDIGSA) y Poema (1974) de Anna Bofill son los tres ejemplos que cierran la primera parte del programa.

En la segunda parte empiezan a resonar las palabras de Joan Brossa, Ja saps tocar el piano, i ara què?, que provocaron en Santos un cuestionamiento continuo de su propia práctica artística. A finales de los años setenta, Santos toma la determinación de dedicarse únicamente a la composición y a la interpretación de su música, y se identifica, de una manera libre y muy personal, con el minimalismo de La Monte Young, Steve Reich, Terry Riley o Philip Glass.

En contraposición a la vanguardia establecida europea, representada en aquel momento por compositores como Pierre Boulez y a menudo anclada en la ortodoxia del post serialismo, Santos valora la libertad sonora y vital que propone John Cage y los nuevos caminos que exploran los artistas del movimiento Fluxus. Según Manuel Guerrero, Santos no dejó de construir nunca un universo sonoro, textual y visual en expansión, muy personal.

Armandino 77 (1977) pertenece a su segundo disco Pianotrack, dedicado íntegramente a su producción pianística: “Mi música, y en este caso mi música para piano, a pesar de haber sido un apasionado y fiel intérprete de la llamada (entre comillas) “música contemporánea”, pretende desmarcarse de este movimiento ya caduco para inscribirse en una nueva línea de recuperación del instrumento con todas sus posibilidades expresivas. En resumen, el “placer” de tocar y de dar “placer” tocando. Aunque mi trabajo utiliza disciplinas diversas, el piano es el origen de mi formación artística y, por lo tanto, el centro de todas mis actividades musicales. Con piano o sin piano, siempre está el piano.”

De una manera progresiva, Santos se va distanciando del espacio cultural reservado a la música contemporánea y se va acercando a los espacios teatrales, más abiertos a la investigación. Como ha escrito Josep Ruvira, en Santos no se conciben las fronteras entre música, teatro y arte; el piano no sólo es el instrumento esencial de Santos como intérprete y compositor musical, sino que también es el elemento simbólico más emblemático de su universo imaginario, y se convierte en la metáfora más poderosa de su lenguaje multidisciplinario. Están los pianos de Dalí, los pianos cubiertos de fieltro de Joseph Beuys, y también están los pianos de Carles Santos.

Para concluir el concierto y como testimonio de su legado en las generaciones futuras, Hara Alonso le dedica una mirada póstuma con Piano Cotidiano (2017) para piano y electrónica, un homenaje a Santos como referente de la exploración sonora y performativa del instrumento, que le permite superar las limitaciones impuestas por la tradición y librarlo finalmente de la calidad de mueble inservible., o más concretamente, y tal como Joan Brossa ya había sentenciado en el Concert Irregular (1967), de moble inútil en l’evolució de la música contemporània.

 

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