SERGUÉI RAJMÁNINOV
(Semyonovo, Rusia 1873 – Beverly Hills, Estados Unidos 1943)
Preludio en don # menor n. 2, op. 3
(1892) – 4
Preludios, op. 23
(1901-03) – 34
I. Largo
II. Maestoso
III. Tempo di minuetto
IV. Andante cantabile
V. Alla marcia
VI. Andante
VII. Allegro
VIII. Allegro vivace
IX. Presto
X. Largo
PAUSA 15'
Études-Tableaux, op. 39
(1916-17) – 38
I. Allegro agitato
II. Lento assai
III. Allegro molto
IV. Allegro assai
V. Appassionato
VI. Allegro
VII. Lento lugubre
VIII. Allegro moderato
IX. Allegro moderato. Tempo di marcia
NIKOLAI LUGANSKY, PIANO
COMENTARIO
por Berta Coll i Bosch
Serguéi Rajmáninov (1873-1943) tocaba el piano con mirada de compositor y componía con dedos de pianista. Tanto una faceta como la otra lo acompañaron a lo largo de toda la vida, más o menos intensamente, y a menudo se cruzaron: dedicó bastantes obras al piano y muchas veces las estrenó él mismo. El pianista ruso Nikolái Luganski cierra el Festival Rajmáninov con un programa para piano solo que pone de manifiesto esta doble vertiente musical del compositor.
En la primera parte del concierto interpretará el Preludio en do sostenido menor, op. 3 y los Preludios, op. 23. Rajmáninov los compuso por separado, pero finalmente, después de crear los Preludios, op. 32, acabó juntando sus 24 preludios en un ciclo que cubre todas las tonalidades mayores y menores, tal como ya habían hecho, por ejemplo, Johann Sebastian Bach, Frédéric Chopin y Aleksandr Skriabin.
El Preludio en do sostenido menor, que es la segunda pieza de la serie Morceaux de fantaisie, se conoce como «Las campanas de Moscú» por la similitud entre los tres primeros acordes y el sonido de las campanas, que Rajmáninov evocó en numerosas composiciones. La secuencia inicial de acordes articula la primera parte de la pieza, que se despliega cadencialmente y con un contraste considerable entre el fortissimo y el pianissimo. La segunda parte, rápida y marcadamente agitada, desemboca de nuevo en el tema principal, ahora presentado de forma más contundente e, incluso, con un punto de agresividad. La popularidad de este preludio molestaba a Rajmáninov, porque creía que había eclipsado sus otras obras.
Los Preludios, op. 23, creados casi diez años más tarde que el primero, son un conjunto de diez piezas que capturan estados de ánimo muy diversos, como la nostalgia que se eleva hacia arriba (1), el caminar enérgico que pisa con firmeza (2), el movimiento calmado de la noche (4), la convicción cegadora de los soldados (5), la dulzura que invita a bailar suavemente (6) y el estallido juguetón de la alegría (8). El séptimo preludio, de una gran complejidad técnica, también imita la sonoridad de las campanas.
En la segunda parte del concierto, Luganski interpretará los Études-tableaux, op. 39, un conjunto de nueve estudios inspirados en imágenes y composiciones pictóricas que Rajmáninov no quiso revelar. A diferencia de los preludios, estas piezas no evocan sentimientos de una forma tan clara, sino que son más bien una exploración de las posibilidades técnicas y sonoras del piano. Los compuso entre los años 1916 y 1917, poco antes de marcharse de Rusia, y son uno de los puntos álgidos de su carrera como compositor.