AGUSTÍ CHARLES
(Manresa 1960)

Images from the Black Windows

(Imágenes de las ventanas negras) – (2022) – Estrena absoluta – 18’
Basada en textos franceses de Las Ventanas de R. M. Rilke

I. Fenêtre étrange (Ventana extraña)
Interlude I
II. Vers une autre vie (Desde otra vida)
Interlude II
III. Image bue (Imagen bebida)
Interlude III
IV. Heures émues (Horas tensas)
V. Fenêtre ultime (Última ventana)

ENRIC PALOMAR
(Badalona 1964)

Tanzbilder

Obra encargo del Barcelona Clarinet Players – (2022) – Estrena absoluta – 15′

I. Los tres bailarines
II. Bailarinas de azul
III. Upa-Upa
IV. La danza
V. Baile a orillas del Manzanares

PAUSA 20'

JOHN RUTTER
(Londres 1945)

Réquiem

(1985) – Arreglos de Paul Noble – 35’

I. Requiem Aeternam
II. Out of the deep
III. Pie Jesu
IV. Sanctus
V. Agnus Dei
VI. The Lord is my shepherd
VII. Lux aeterna

COMENTARIO

por José R. Pascual-Vilaplana

De la oscuridad a la luz

El contraste entre la luz y la oscuridad es un símbolo más de la dualidad vida - muerte. El mundo del arte ha empleado ambas ideas para representar ambos estados del ser humano. Tanto en la vida como en la muerte hay luz y hay oscuridad.

La estancia en el cantón suizo de Valais del poeta Rainer Maria Rilke (Praga, 1875 - Valmont, 1926) fue el germen de toda una serie de poemas en francés. De hecho, Les fenêtres, una colección de diez poemas, salió publicada póstumamente en 1927 como una especie de estrella de sus ideas filosóficas sobre Dios y la muerte. La sencillez de estos versos deja aflorar la profundidad de su pensamiento: «Es porque te vi / inclinada en la ventana última, / que comprendí, que bebí / todo mi abismo».

La estética musical del maestro Agustí Charles (Manresa, 1960) se convierte en un espacio de expresión paralelo a la profundidad y a las imágenes poéticas de Rilke. Conocido no sólo por sus producciones artísticas, sino también por su labor docente, el maestro Charles, discípulo de Josep Soler, Luigi Nono o Samuel Adler, es todo un erudito del color orquestal y de sus combinaciones. En Images from the Black Windows (Imágenes desde las ventanas negras) nos habla de la oscuridad del alma del poeta a través de los colores y las texturas que la banda y la voz humana pueden ofrecer, erigiéndose como vehículos de expresión poética. Charles y Rilke acaban haciendo realidad una misma idea: el poema como objeto de arte, el producto físico y elaborado a partir de una conciencia del hecho artístico.

Esta idea de reproducir con sonido una imagen artística se pone de manifiesto también en el otro estreno del concierto de hoy. Enric Palomar (Badalona, 1964) es uno de los compositores actuales más emblemáticos de lo que podríamos llamar eclecticismo estilístico, ya que en su producción –tanto sinfónica como de cámara u operística– encontramos estelas del jazz, del flamenco, de la música étnica, de la música antigua... Estos materiales se funden con el estudio que hace de autores como Falla, Gerhard, Ligeti, Adès o Abrahamsen. Esta mezcla se evidencia en la obra que hoy estrenará la BMB con los Barcelona Clarinet Players. Tanzbilder (Fotos de baile) es una alegoría sonora de cinco cuadros muy famosos de la historia del arte que tienen como nexo la representación de la danza: Los tres bailarines (1925) de Pablo Picasso (1881-1973), Danseuses bleues (1890) de Edgar Degas (1834-1917), Upa-Upa. La danse du feu (1891) de Paul Gauguin (1848-1903), La Danse (1909) de Henri Matisse (1869-1954) y Baile a orillas del Manzanares (1777) de Francisco de Goya (1746-1828). El sonido, la danza y la pintura se expresan con las luces y sombras de la paleta sonora de la banda y del cuarteto de clarinetes solista, y beben de influencias tan plásticas como las del flamenco o la música de Juan Vásquez (1500-1567). Todo confluye en una imagen sonora del baile a través del espejo estilístico de Palomar.

Si en la primera obra del concierto la música nos trae imágenes del alma y de la poesía, y en la segunda obra nos adentramos en imágenes de la pintura, la danza y en evocaciones musicales, el concierto se cierra con una misa de difuntos creada por un compositor que piensa en la trascendencia gozosa después de la vida. John Rutter (Londres, 1945) es uno de los autores de música litúrgica más conocidos del panorama actual. Su obra destaca por un lirismo y una ambientación sonora muy esmerada e idiomática. En su Réquiem (1985) para soprano, coro y orquesta –hoy interpretado en la versión para banda de Paul Noble–, se mezclan cinco partes de la misa de difuntos (“Requiem aeternam”, “Pie Jesu”, “Sanctus”, “Agnus Dei” y “Lux aeterna”) y dos textos en inglés correspondientes al salmo 130 (“Desde las profundidades clamo tu nombre”) y en el salmo 23 (“El Señor es mi pastor”). A diferencia de otras misas de réquiem, esta música nos invita a una búsqueda de la luz eterna llena de lirismo y de esperanza. El compositor dedica la obra a su padre (fallecido un año antes de la composición) y hace del dolor un ejercicio poético lleno de color vocal e instrumental.

Todo está oscuro cuando no encontramos la luz. Pero la luz se evidencia cuando conocemos la oscuridad. La vida acaba siendo el camino de ida y de regreso entre ambos estados. En medio de este viaje, la literatura, la pintura o la música (entre otros) son el soporte que nos permitirá recuperar el aliento que necesitamos para continuar.