COMENTARIO

por Joan Arnau Pàmies

Robert Schumann, nacido en Zwickau (Alemania) en 1810, fue un compositor con una amplia y diversa producción, que hoy es un referente indiscutible del Romanticismo musical de mediados del siglo XIX. El lirismo de sus obras, junto con un pensamiento armónico lleno de ambigüedad, genera una sensibilidad que se aleja de antecesores como Franz Schubert y el mismo Ludwig van Beethoven, que mantuvieron una relación más nítida con los parámetros propios del clasicismo vienés. Por ejemplo, es así como el compositor escribe auténticos prodigios de la literatura romántica, como “Im wunderschönen Monat Mai” (En el maravilloso mes de mayo), del ciclo de canciones Dichterliebe (Amor de poeta), cuya tonalidad es incierta hasta la primera frase del siguiente lied. Indudablemente, en este sentido, pero también en lo que respecta a la voluntad de expandir las grandes formas clásicas, es justo situar a Schumann al lado de Johannes Brahms, otro contemporáneo de enorme influencia.

Como el último, Schumann también compuso cuatro sinfonías. La tercera, escrita durante el invierno de 1850 y estrenada y dirigida por el propio compositor en Düsseldorf en febrero del año siguiente, lleva el sobrenombre de “Renana”, con relación al río Rin y alrededores. La obra presenta una forma dividida en cinco movimientos. El primero, “Lebhaft”, introduce una forma sonata en mi bemol, de carácter similar al primer movimiento de la “Eroica” de Beethoven, también en compás ternario y en la misma tonalidad. El segundo movimiento, “Scherzo: Sehr mäßig”, empieza con un tema en do lleno de influencias del folclore alemán, que se expresa a través de una forma de considerable originalidad, la cual radica entre el tema y variaciones y el minué y trío. El tercero, “Nicht schnell”, contiene tres ideas principales: una primera melodía para clarinetes y fagots, un motivo ascendente de cinco notas para los violines, y un tema secundario para las violas. El cuarto, “Feierlich”, rompe la lógica tradicional de la sinfonía en cuatro movimientos y presenta un tema ceremonioso, de carácter solemne. Finalmente, el quinto movimiento, “Lebhaft”, vuelve a poner en el centro del discurso las sonoridades del folclore y la recuperación del tempo del primer movimiento, aunque ahora en compás binario.

El programa de hoy contiene dos obras que acompañan a la música del compositor alemán. El Rhapsody-Concerto para viola y orquesta de Bohuslav Martinů es una composición de clara influencia romántica que, a pesar de ser escrita en 1952, imita la forma concierto del posromanticismo en su grandiosidad, lirismo y relación entre solista y orquesta. En esta pieza, Martinů, que había recibido influencias del neoclasicismo de Albert Roussel durante su estancia en París en los años veinte del siglo pasado, trabaja una textura alejada de la de obras como el Concerto grosso (1941), en el que la polifonía es el eje central del discurso. El Rhapsody-Concerto, en cambio, explora la melodía acompañada en profundidad, y es de esta manera que el compositor utiliza material melódico basado en el folclore musical de Moravia, una de las regiones de la actual República Checa, su país de origen. Este interés por la línea por encima de la armonía queda reflejado en la escritura para viola, que en el programa de hoy llega de la mano de Sara Ferrández, la violista de Madrid que, a pesar de su juventud, ya ha aparecido en escenarios como la Philharmonie de Berlín, la Elbphilharmonie de Hamburgo o la Victoria Hall de Ginebra. Actualmente, Ferrández estudia con Nobuko Imai en la Academia Kronberg de Alemania, un centro especializado en estudios de música de cámara para instrumentistas de cuerda.

Octavi Rumbau, compositor invitado de L'Auditori durante la temporada 2017-2018, estreno Tesselle para orquesta, encargo de Barcelona Creació Sonora, un proyecto nacido durante la pandemia que ha permitido financiar nuevas composiciones a 34 compositores de la ciudad. Según el compositor, la obra parte «de estructuras rítmicas microscópicas organizadas en canon en las que, a modo de enjambre, éstas proliferan a lo largo del tiempo como una masa amorfa en constante proceso de contracción y dilatación». Rumbau, que recientemente también ha estrenado su primer cuarteto de cuerda en la segunda Bienal Internacional de Cuartetos organizada por el Quartet Casals y L'Auditori, es un compositor de intereses diversos, que se mueven entre la microtonalidad, el uso de materiales capaces generar estructuras complejas y las paradojas que surgen de la percepción del sonido a través del tiempo. En este último sentido, es recomendable escuchar Five movements on pendulum motion para violonchelo y electrónica, obra grabada por Erica Wise, violonchelista estadounidense con residencia en Cataluña, y publicada dentro del álbum Pendular Motion (Nieve Recuerdos, 2021). Rumbau utiliza elementos estilísticos asociados a una amplia variedad de estéticas: la repetición de pequeños motivos rítmico-melódicos en el contexto de una pulsación imparable, similar a muchas de las obras de Steve Reich; la utilización de pedales graves, de tipo meditativo y con influencias de La Monte Young, y el desarrollo de glissandi que aparentan ser infinitos, análogos a algunos de los materiales más extremos de la obra del recientemente fallecido Alvin Lucier.