ANTONÍN DVOŘÁK
(Nelahozeves, República Checa 1841 – Praga 1904)

Concierto para violonchelo en si menor, op. 104

(1894 – 1895) – 40′

Allegro
Adagio ma non troppo
Finale: Allegro moderato

Narek Hakhnazaryan, violoncgelo

ORQUESTRA SIMFÒNICA DE BARCELONA I NACIONAL DE CATALUNYA

Narek hakhnazaryan, VioloncHelo

jan willem de vriend, DIRECCIÓn

PRIMEROS VIOLINES Jaha Lee, concertino asociada / Raúl García, asistente de concertino / Sarah Bels / Walter Ebenberger / Ana Galán / Natalia Mediavilla / Lev Mikhailovskii / Ivan Percevic / María Pilar Pérez / Anca Ratiu / Jordi Salicrú / Aurora Zodieru-Luca SEGUNDOS VIOLINES Alexandra Presaizen, solista / M. José Aznar / M. José Balaguer / Jana Brauninger / Patricia Bronisz / Clàudia Farrés / Alzy Kim / Melita Murgea / Josep Maria Plana / Robert Tomàs VIOLES Aine Suzuki, solista / Adolfo Hontañón*, asistente invitado / Christine de Lacoste/ Josephine Fitzpatrick / Sophie Lasnet / Jennifer Stahl / Andreas Süssmayr / Adrià Trulls VIOLONCHELOS José Mor, solista / Blai Bosser / Irene Cervera / Lourdes Duñó / Vincent Ellegiers / Jean-Baptiste Texier CONTRABAJOS Christoph Rahn, solista / Dmitri Smyshlyaev, asistente / Matthew Nelson / Albert Prat FLAUTAS Christian Farroni, asistente / Beatriz Cambirls OBOES Dolors Chiralt, asistente / José Juan Pardo CLARINETES Josep Fuster, asistente / Francesc Navarro FAGOTS  Ignacio Soler*, solista invitado/ Slawomir Krysmalski TROMPAS Juan Conrado García, asistente / David Bonet / Pablo Marzal, asistente TROMPETAS Ángel Serrano, asistente / Andreu Moros* TROMBONES Gaspar Montesinos, asistente / Vicent Pérez/ Raúl García, trombón bajo  TUBA José Vicente Climent* TIMBALES Luc Rockweiler PERCUSIÓN Juan Francisco Ruiz

ENCARGADO DE ORQUESTA Walter Ebenberger
RESPONSABLE DE DOCUMENTACIÓN MUSICAL Begoña Pérez
RESPONSABLE TÉCNICO Ignasi Valero
PERSONAL DE ESCENA Luis Hernández*

* Colaborador/a

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por Eva Sandoval

EL VIOLONCHELO: LA VOZ DE LA ORQUESTA

El centro neurálgico de una orquesta sinfónica son los instrumentos de cuerda frotada, es decir, aquellos que requieren de un arco para su interpretación: violines, violas, violonchelos y contrabajos. Dentro de ellos, el violonchelo o chelo es el más versátil. Debido a su registro grave, la sección de chelos en una orquesta ejerce como cimiento sobre el cual se sustenta todo el edificio sinfónico. Pero también pueden hacerse cargo de pasajes solistas espectaculares o de líricas melodías en su tesitura más aguda. De hecho, gracias a su timbre aterciopelado, tradicionalmente se ha considerado que el violonchelo es el instrumento de cuerda que más se parece a la voz humana.

Desde finales del s. XVII, han sido muchos los compositores que han puesto en valor las cualidades extraordinarias y únicas de este instrumento. Una de las mejores estrategias para ello es el género del concierto para violonchelo, que permite el lucimiento de la destreza y virtuosismo del solista en un continuo diálogo con el conjunto orquestal. Aunque tenemos grandes conciertos en el repertorio violonchelístico, como los de Boccherini, Haydn, Schumann, Saint-Säens, Elgar, Shostakovich o Dutilleux, el del autor checo del Romanticismo Antonín Dvořák (1841-1904) destaca con luz propia por la belleza de sus temas, la fluidez de su discurso, la exuberancia de su orquestación y la brillante escritura para el solista. Su protector, Johannes Brahms, tras ver la partitura de la obra afirmó: «¿Cómo es que nadie me había dicho nunca que se podía escribir para violonchelo así? Si lo hubiera sabido, yo también habría compuesto un concierto». Y eso que, en su juventud, Dvořák, diestro intérprete de violín y viola, no confiaba mucho en las posibilidades del chelo como solista.

Con 53 años concluyó este Concierto para violonchelo en si m, op. 104 que escribió fundamentalmente en Nueva York, donde llevaba ejerciendo más de dos cursos como profesor del Conservatorio Nacional. La nostalgia por su Bohemia natal se pone de manifiesto en el carácter intensamente melancólico, incluso doloroso, de los dos materiales musicales sobre los que se desarrolla el primer movimiento, “Allegro”. El tema principal lo introducen los clarinetes al inicio mismo de la obra, y el segundo, lo expone la trompa en uno de sus grandes solos en el repertorio orquestal. El “Adagio ma non troppo” es el verdadero corazón emocional de la pieza. Se inicia con el carácter bucólico y pastoril de los instrumentos de viento madera sobre los que el solista canta una melodía dulce, espiritual y elegíaca. Por último, en el “Allegro moderato” encontramos la influencia de las sonoridades y las danzas folklóricas eslavas que tanto inspiraron a Dvořák. Pero, además de su riqueza musical, esta partitura revela un gran secreto. En el segundo y tercer movimientos, el compositor cita claramente en distintos pasajes cargados de ternura, profundidad y pasión su propia canción Lasst mich allein (Déjame solo). Se trataba de la pieza favorita de su cuñada Josefina Čermáková, quien realmente había sido su gran amor de juventud y cuya vida se apagaba mientras el checo escribía este concierto.

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