JOHANN SEBASTIAN BACH
(Eisenach, Alemania 1685 – Leipzig 1750)

Variaciones Goldberg, BWV 988

(1741) – 51′

Aria
Variatio 1. a 1 Clav.
Variatio 2. a 1 Clav.
Variatio 3. Canone all’Unisono. a 1 Clav.
Variatio 4. a 1 Clav.
Variatio 5. a 1 ô vero 2 Clav.
Variatio 6. Canone alla Seconda. a 1 Clav.
Variatio 7. a 1 ô vero 2 Clav. al tempo di Giga
Variatio 8. a 2 Clav.
Variatio 9. Canone alla Terza. a 1 Clav.
Variatio 10. Fughetta. a 1 Clav.
Variatio 11. a 2 Clav.
Variatio 12. a 1 Clav. Canone alla Quarta in moto contrario
Variatio 13. a 2 Clav.
Variatio 14. a 2 Clav.
Variatio 15. Canone alla Quinta. a 1 Clav.: Andante
Variatio 16. Ouverture. a 1 Clav.
Variatio 17. a 2 Clav.
Variatio 18. Canone alla Sesta. a 1 Clav.
Variatio 19. a 1 Clav.
Variatio 20. a 2 Clav.
Variatio 21. Canone alla Settima
Variatio 22. a 1 Clav. alla breve
Variatio 23. a 2 Clav.
Variatio 24. Canone all’Ottava. a 1 Clav.
Variatio 25. a 2 Clav.: Adagio
Variatio 26. a 2 Clav.
Variatio 27. Canone alla Nona. a 2 Clav.
Variatio 28. a 2 Clav.
Variatio 29. a 1 ô vero 2 Clav.
Variatio 30. a 1 Clav. Quodlibet
Aria da Capo

COMENTARIO

por Berta Coll i Bosch

¿Por qué volvemos siempre a las Variaciones Goldberg? Quizás porque nos tranquilizan y nos despiertan a partes iguales. Quizás porque son un ejercicio de claridad y a la vez se nos escapan irremediablemente, con una pátina de misterio que nos abduce una y otra vez. Quizás, por encima de todo, porque son una joya arquitectónica, un monumento colosal que se erige a partir de una estructura armónica trabada con mano de orfebre. Cuando Beethoven decía que «la música es la arquitectura de los sonidos», seguramente pensaba, ante todo, en Johann Sebastian Bach. Con el justo punto de severidad, el maestro barroco supo poner el rigor intelectual al servicio de la espiritualidad y nos legó así un catálogo de obras conmovidamente impecables. El Aria con variaciones diversas, conocido en todas partes como las Variaciones Goldberg, es un ejemplo magnífico. Escrito originalmente para clavicémbalo con dos manuales, hoy en día se interpretan todo tipo de adaptaciones, como la transcripción para trío de cuerda de la que disfrutaremos esta noche.

Bach compuso las Variaciones Goldberg en 1741 a raíz de un encargo del conde Kaiserling, el embajador ruso en la corte del elector de Sajonia. Las dedicó al clavecinista de la corte, Johann Gottlieb Goldberg, y por eso popularmente se han acabado bautizando con su apellido. Según el musicólogo alemán Johann Nikolaus Forkel, el conde pidió a Bach una obra calmada y jovial que le ayudara a relajarse durante las noches de insomnio. Sin embargo, esta interpretación tan romántica no deja de ser hija de su tiempo, a finales del siglo XVIII. En realidad, Bach abordó la labor con una misión más trascendental, conectada directamente con la religión.

La variación, una técnica vinculada a los inicios de la polifonía y consolidada a mediados del siglo XVI, es un mecanismo creativo que potencia la experimentación estilística. Bach llevó este género a un punto culminante al incluir las Variaciones Goldberg en una antología de ejercicios para teclado, el Clavier-Übung, que canonizaba ciertos principios de la técnica pianística. El aria inicial de la obra va seguida de treinta variaciones, agrupadas en diez grupos de tres –en cada uno alterna una variación libre, una danza y un canon– y con un quodlibet final de raíz popular. A modo de conclusión, Bach recupera el aria inicial. De hecho, a diferencia de otras variaciones, aquí el tema primigenio no se percibe claramente hasta la reanudación final. Otra peculiaridad de las Variaciones es que no se basan en el tratamiento de una melodía, sino en el desarrollo de una secuencia armónica, la línea del bajo, que no siempre se reconoce fácilmente, pero que aglutina subterráneamente todas las partes de la obra.