JOSEP PLA (Balaguer 1720 – Stuttgart 1761)
JOAN PLA (Balaguer 1728 – París 1762)
Trio Sonata n.º 2 en re menor
para violín, flauta y bajo continuo
Allegro ma non tanto – Andante – Allegro
ANTONI SOLER
(Olot 1729 – San Lorenzo de El Escorial 1783)
Quinteto n.º 2 en Fa mayor
para clave y cuerda
Cantabile con moto – Minuetto: Allegretto
Allegro, Divertimento: Andantino, Allegro
MARIONA VILA
(Barcelona 1958)
Furit Lamentum
sobre la Sonata n.º 88 de Antonio Soler, para quinteto de cuerda, flauta y clave
PAUSA 15’
JORDI CERVELLÓ
(Barcelona 1935 – Figueres 2022)
A Bach
para cuarteto de cuerda
I. Adagio
II. Preludiando
JOHANN SEBASTIAN BACH
(Eisenach, Alemania 1685 – Leipzig 1750)
Concierto de Brandemburgo n.º 5
para quinteto de cuerda, flauta y clave
I. Allegro
II. Affettuoso
III. Allegro
MARC MIGÓ
(Barcelona 1993)
Concerto grosso n.º 1 “The seance”
para quinteto de cuerda, flauta y clave
Invocation I
Lamento & Invocation II
Battaglia
La duración aproximada del concierto es de 38′ para la primera parte y de 40′ para la segunda.
Verità Baroque Ensemble
Taya König-Tarasevich, flauta barroca
Guglielmo Dandolo Marchesi, violín
Eugenia Ottaviano, violín
Yuko Hara, viola
Bartolomeo Dandolo Marchesi, violonchelo
Peter Ferretti, contrabajo
Alexander von Heißen, clave
COMENTARIO
por Jaume Radigales
EL RETORNO DEL BARROCO
Joan Baptista Pla (1720-1773) y Josep Pla (1728-1762) eran dos hermanos músicos nacidos en Balaguer (capital de La Noguera) que tuvieron proyección internacional. El primero, en Italia y Alemania (donde sería conocido respectivamente como Giovanni Platti y Johann Platz); el segundo, en Francia, Italia e Inglaterra, a veces compartiendo ciudad con Joan Baptista. Y todavía había un tercer hermano, Manuel, que hizo fortuna en Madrid como clavecinista. Joan y Josep trabajaron juntos en Cataluña y en el extranjero, donde destacaron como compositores de cámara, si bien ocasionalmente probaron también la música sacra, como un Stabat Mater escrito por Josep. De entre las muchas obras que gestaron juntos destacan la treintena de sonatas para conjunto instrumental diverso, aunque casi siempre se contaba con la flauta, el oboe y el violín, a veces doblando algunos de estos instrumentos (dos flautas, dos oboes…). Se trata de obras que siguen de cerca el estilo galante, precursor del clasicismo, y herederas del precedente Barroco.
En el siglo XVIII, uno de los grandes nombres de la música catalana es Antoni Soler (1729-1783), nacido en Olot, que a los seis años —y con una primera aproximación musical de la mano de su padre— entró a formar parte de la Escolanía de Montserrat. Ya adulto, se hizo monje —y, posteriormente, sacerdote— en San Lorenzo de El Escorial, donde murió, por lo que es conocido popularmente como el “padre Soler”. Impulsor fundamental de la música hispánica para tecla junto a Domenico Scarlatti, Soler legó también un importante catálogo de música de cámara, especialmente quintetos: escribió seis para cuerda y clavicémbalo en 1776, de los que escucharemos el número dos, en la tonalidad de Fa. Como los otros cinco, se trata de una obra enmarcada —también en el caso de las obras de Pla— en el Barroco tardío o ya de lleno en el estilo galante, y con no pocas influencias de la música italiana del momento, que llegaba y arraigaba con fuerza en la península Ibérica.
El catálogo compositivo de la barcelonina Mariona Vila (1958) es prolífico y abarca diversos géneros y formas. En el caso de la obra incluida en este concierto, Furit lamentum, Vila adopta la tradición de las variaciones a partir de un tema previo, en este caso la sonata n.º 88 de Antoni Soler, original para clavicémbalo. Este instrumento se incluye en la pieza de Vila, junto con el quinteto de cuerda y flauta. La composición, fruto de un encargo de la Associación Joan Manén, se estrenó el 2023.
Dejando de lado la calidad de las obras que hemos comentado, el interés del concierto de hoy radica sobre todo en la influencia y la trascendencia de la obra de Johann Sebastian Bach (1685-1750) en la composición contemporánea. La versatilidad y el catálogo prolífico del músico de Eisenach contrastan con la escasa proyección de su obra en vida. Recluido en el escaso territorio que pisó (Köthen, Weimar, Leipizig y poco más), Bach nos ha legado una obra transtemporal y de una modernidad inusitada. Su redescubrimiento al principio del siglo XIX fue la espuela para especulaciones de todo tipo, a partir de obras instrumentales, concertantes, simfonicocorales y con varios destinos, desde música cortesana hasta litúrgica. En el caso que nos ocupa, el concierto de Brandeburgo n.º 5 es el penúltimo de una serie compuesta para varias formaciones. Escrito seguramente en la tonalidad de Re, debió gestarse —como el resto de conciertos— en 1713 y, en este caso, incluye un ágil diálogo entre el violín, la flauta y el clavicémbalo a lo largo de los tres movimientos en los que se estructura.
Y si decíamos que la trascendencia de la obra bachiana es un hecho que atraviesa épocas y estilos, quién mejor que Jordi Cervelló (1935-2022), el padre del que tenía como segundo apellido precisamente el de Bach. A lo largo de su obra, el músico barcelonés explora con curiosidad y erudición la música de J. S. Bach en todas sus facetas, con el violín como centro neurálgico. A Bach (2004) es una pieza escrita para cuarteto de cuerda que se adentra en el universo violinístico del compositor alemán a partir del adagio de la sonata BWV 1005 y del preludio de la tercera partita (BWV 1006), escritas para violín solo.
Por su parte, Marc Migó (1993) da a The Seance la forma de un concierto grosso, al modo barroco y como embrión originario de lo que después será el concierto como forma musical. La pieza, de 2022, se escribió como fruto del encargo del Verità Baroque Ensemble. Migó siempre ha destacado por la luminosidad mediterránea de su obra, sin esconder, sin embargo, las influencias de la música de los Estados Unidos, país donde se ha formado y que ha escuchado la interpretación de algunas de sus composiciones.
De alguna forma, tanto Cervelló como Migó especulan sobre el Barroco y le dan una nueva forma e impulso, pero manteniendo incólume la música de la primera mitad del siglo XVIII. Y consiguen dar la razón a Verdi cuando escribió la famosa sentencia «Torniamo all’antico e sarà progresso» (Volvamos a lo antiguo y progresaremos). No creo que la inteligencia artificial llegue a entenderlo. Y mejor que sea así.
En coproducción con