ANTONIO VIVALDI
(Venecia 1678 – Viena 1741)

Las cuatro estaciones y otros conciertos
Vivaldi Academia 2023:
La orquesta del Ospedale della Pietà
Homenage a la Naturaleza

Il Proteo o sia Il mondo al rovescio

Concierto para violín, violonchelo, cuerdas y arco continuo en Fa, RV 544, F. IV, n.º 5

1. Allegro
2. Largo
3. [Allegro]

La Tempesta di Mare

Concierto para violín, cuerdas y bajo continuo en Mi b, RV 253, F. I, n.º 26
Il cimento dell’armonia e dell’inventione, op. 8, n.º 5 (1725)

1. Presto – Adagio – Allegro
2. Largo
3. Presto

Concierto con 4 violines y violonchelo obligados, cuerdas y bajo continuo en si menor, RV 580, F. IV, n.º 10

L’estro armonico, op. 3, n.º 10 (1711)

1. Allegro
2. Largo
3. Larghetto – Adagio – Largo
4. Allegro

PAUSA 20’

Le Quattro Stagioni

Concierto para violín, cuerdas y bajo continuo (1723)
Il cimento dell’armonia e dell’inventione, op. 8 (1725)

Concierto n.º 1 en Mi mayor: La Primavera, RV 269, F. I, n.º 22

(Sonetto: Giunto è la primavera…)

1. Allegro
2. Largo e pianissimo
3. Allegro

Concierto n.º 2 en sol menor: L’Estate, RV 315, F. I, n.º 23

(Sonetto: Sotto dura stagion…)

1. Allegro mà non molto – Allegro
2. Adagio – Presto – Adagio
3. Presto

Concierto n.º 3 en Fa mayor: L’Autunno, RV 293, F. I, n.º 24

(Sonetto: Celebra il villanel…)

1. Allegro – Allegro assai
2. Adagio molto
3. Allegro

Concierto n.º 4 en Fa mayor: L’Inverno, RV 297, F. I, n.º 25

(Sonetto: Aggiacciato tremar…)

1. Allegro non molto
2. Largo
3. Allegro – Lento

LE CONCERT DES NATIONS FÉMININ

Academia Vivaldi 2023

Laura Aubert, recitado

Alfia Bakieva, concertino

Jordi Savall, dirección

PRIMEROS VIOLINES Catalina Reus, solista / Veronika Furedi / Noyuri Hazama / Ángela Moro · SEGUNDOS VIOLINES Marguerite Wassermann, solista / Miren Zeberio / Karolina Habalo / Sara Balasch · VIOLAS Núria Pujolràs / Alaia Ferran / Nina Sunyer · VIOLONCHELOS Bianca Riesner, concertino / Matylda Adamus / Sophie Lamberbourg · CONTRABAJOS Laura Asensio / Léa Yeche · TIORBA Y GUITARRA Albane Imbs · CLAVICÉMBALO Marie van Rhijn

Alfia Bakieva toca un violín de Francesco Rugeri, construido en 1680 en Cremona, Italia, cedido por la Jumpstart Jr. Foundation.

COMENTARIO

por Victòria Palma

EL OSPEDALE DELLA PIETÀ

«El mejor lugar para escuchar música en Venecia es en los hospicios. En todos hay muchachas bastardas o huérfanas a las que se educa a expensas del Estado, y a las más dotadas se las instruye exclusivamente para destacar en el arte de la música. Viven en clausura, como las religiosas. Donde más disfruto es en el Ospedale della Pietà. Es el único sitio donde se puede escuchar un tañido claro e inmaculado de la cuerda. ¡Qué pulcritud de ejecución! Os juro que no hay nada tan hermoso como ver a las muchachas dirigiendo la orquesta y marcando el compás con una precisión inimaginable». Charles de Brosses. Venecia, 1739.

Esta carta, escrita por el magistrado y viajero francés durante su paso por Venecia, es un reflejo de la importancia que la música llegó a alcanzar en aquella sociedad, y en buena medida fue un logro de Antonio Vivaldi, un músico clave en la intensa actividad musical veneciana y también de la Pietà.

El Ospedale della Pietà era uno de los cuatro hospicios que había en Venecia en el siglo XVIII. Se fundó en 1346, y acogía a chicas y chicos huérfanos o a los que sus familias no podían mantener. También ejercía de conservatorio, aunque éste estaba reservado para las muchachas. La mayoría de ellas recibía una educación muy básica y se las conocía como figlie del comune, pero una pequeña parte recibía además una rigurosa educación musical: eran las denominadas figlie di coro.

Vivaldi entró en la Pietà con veinticinco años, en 1703 –solo medio año después de que lo ordenaran sacerdote–, y permaneció vinculado al Ospedale de forma discontinua durante casi cuarenta años, primero como maestro de violín, hasta llegar a maestro de conciertos, un nuevo cargo creado a su medida. Sin embargo, no fue para él un camino de rosas, ya que cada año tenía que renovar su contrato por votación de los administradores, y no siempre lo tuvo fácil. En varias ocasiones, su renovación fue rechazada y se quedó fuera desde meses hasta años, aunque siempre lo acababan readmitiendo.

Al principio, Vivaldi no tenía necesidad de componer. Lo habían contratado para mejorar los instrumentos de cuerda, y su trabajo –que le ocupaba tres días a la semana– consistía en enseñar, ensayar, comprar y hacer reparar los instrumentos. Impartía clases de violín, viola inglesa, violonchelo y clavecín, y también podía contar con tiorbas, violas de amor, mandolinas,salterios, fagots, trompetas… (los vientos, el coro y el órgano estaban bajo la tutela de otros maestros). En pocos años, toda esta diversidad de instrumentos y sonidos, su magisterio, el virtuosismo de las muchachas y aquella nueva forma de componer (ya gozaba de reconocimiento en Europa) situaron a la Pietà donde nunca antes había llegado, el mejor lugar de Venecia para escuchar música instrumental. Lugareños, mecenas y turistas deseaban ir a escucharlas, pero no podían verlas porque tocaban detrás de una celosía que a la vez potenciaba su aura de misterio. Todo ello significaba aumentar las arcas del hospicio y los encargos para el maestro. Vivaldi compuso sus quinientos conciertos, la mayoría para la Pietà, siempre pensando en las aptitudes de sus pupilas e introduciendo en ellos una nueva forma de hacer música, como podremos comprobar en los que escucharemos en esta velada.

El conservatorio contaba con unas cuarenta muchachas que trabajaban día tras día a un altísimo nivel. Algunas tocaban varios instrumentos, y también estaban las chicas del coro y las solistas. Las más veteranas, las maestre, se hacían cargo de la formación de las jóvenes, otras hacían de copistas, algunas componían, o preparaban las clases, los ensayos, los conciertos y, en ausencia del maestro –lo cual sucedía muy a menudo–, la más aventajada asumía la dirección desde el clavecín o el primer violín, como lo hacía Vivaldi, o marcando el compás como se hacía en la época.

Las figlie di coro recibían un trato especial, es cierto, pero sin remuneración alguna. Eran propiedad de la institución, hasta el punto de llevar marcada “a fuego” una “P” tatuada o colgando de un cordel. En todo caso, la cicatriz mostraba también a quienes pertenecían.

Sus nombres nos han llegado acompañados del instrumento que tocaban: Bettina de la viola, Margherita del arpa, Anna Maria del violín… quienes junto al resto delas jóvenes fueron protagonistas de algo excepcional: las mujeres podían estudiar en un conservatorio e interpretar música en público.

Pero nada era gratuito. Todas se debían a la institución que les obligaba a permanecer allí entre diez y quince años. Transcurrido este tiempo podían quedarse, hacerse monjas o casarse. Si optaban por el matrimonio, se les prohibía tajantemente hacer música en público y el marido debía firmar un documento que lo dejaba muy claro.

A pesar de ello, la música logró que aquellas chicas abandonadas a su suerte disfrutaran de su arte y llegaran a ser valoradas, respetadas y aplaudidas como las mejores músicas de la Venecia de Vivaldi. El único problema era que la función caritativa y de reinserción tenía un as escondido: ¿libertad o música?

Seamos sinceras, seguramente a más de una se le pasaría por la cabeza alguna vez implorar lo que pedían los más desfavorecidos y que daría nombre al hospicio del s. XIV: “Piedad, piedad”.

TEXTOS


(Traducción de los textos recitados: Josep Pedrals)

Este concierto forma parte del proyecto YOCPA, Young Orchestra and Choir Professional Academies, liderado por la Fundación Centre Internacional de Música Antiga CIMA, y que cuenta con la ayuda de la Unión Europea.

El proyecto ofrece oportunidades de formación y trabajo a nuevas generaciones de músicos. Esta formación se realiza a través de academias en las que se combina la labor pedagógica de músicos profesionales de gran trayectoria con el aprendizaje de músicos emergentes. Como parte de la instrucción práctica, estas academias también ofrecen la oportunidad de actuar con los conjuntos dirigidos por Jordi Savall, Le Concert des Nations, en diferentes salas de prestigio de Europa, además de la grabación de CD de los repertorios trabajados en las academias.

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