SERGUÉI PROKÓFIEV
(Sontsivka, Ucrania 1891 – Moscú 1953)

Concierto para piano n.º 3 en Do Mayor, op. 26

(1917-1921) – 28′

I. Andante – Allegro
II. Tema: Andantino

Variació I: L’istesso Tempo
Variació II: Allegro
Variació III: Allegro moderato
Variació IV: Andante meditativo
Variació V: Allegro giusto
Tema: L’istesso Tempo
III. Allegro ma non troppo

Isata Kanneh-Mason, piano

DMITRI SHOSTAKÓVICH
(San Petersburgo 1906 – Moscú 1975)

Sinfonía n.º 10 en mi menor, op. 93

(1953) – 46′

I. Moderato
II. Allegro
III. Allegretto
IV. Andante – Allegro

Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña

Isata Kanneh-Mason, piano

Anja Bihlmaier, dirección

PRIMEROS VIOLINES Vlad Stanculeasa, concertino / Raúl García, asistente de concertino / Pedro Rodríguez, asistente de concertino / Sarah Bels / Walter Ebenberger / Natalia Mediavilla / Katia Novell / Maria Pilar Pérez / Anca Ratiu /  Jordi Salicrú /  Paula Banciu* / Sei Morishima* / Neus Navarrete* / Oleksandr Sora* / Clara Vázquez* / Anna Urpina*  SEGONS VIOLINS Alexandra Presaizen, solista / Patricia Bronisz / Clàudia Farrés / Melita Murgea / Josep Maria Plana / Robert Tomàs / Cristian Benito* / Ana Kovacevic* / Sergii Maiboroda* / Laura Pastor* / Francesc Puche* /  Marina Surnacheva* / Aria Marina Trigas* / Yulia Tsuranova*  VIOLES Benjamin Beck, solista / Aine Suzuki, solista / Josephine Fitzpatrick, asistente / Christine de Lacoste /  David Derrico / Franck Heudiard / Miquel Serrahima / Jennifer Stahl / Andreas Süssmayr / Adrià Trulls / Johan Rondón* VIOLONCELS  José Mor, solista / Audun Sandvik*, solista invitado / Lourdes Duñó / Vincent Ellegiers / Marc Galobardes / Jean-Baptiste Texier / Irma Bau* / Yoobin Chung* / Andrea Fernández* / Joan Rochet* CONTRABAJOS Christoph Rahn, solista / Dmitry Smyshlyaev, asistente / Jonathan Camps / Apostol Kosev / Savio de la Corte* / Anna Cristina Grau*/ Nenad Jovic* / Salvador Morera* FLAUTES Francisco López, solista / Beatriz Cambrils / Ricardo Borrull, flautín OBOÈS  Rafael Muñoz, solista / Dolors Chiralt, asistente / José Juan Pardo / Disa English, corno inglés CLARINETS  Josep Fuster, asistente / Francesc Navarro / Elvira Querol, clarinete en mi bemol FAGOTS Noé Cantú / Thomas Greaves, asistente / Slawomir Krysmalski, contrafagot TROMPAS Juan Manuel Gómez, solista / Joan Aragón / Juan Conrado García, asistente / Pablo Marzal / David Bonet / Miguel Jorge* TROMPETAS Ángel Serrano, asistente / Andreu Moros* / Aitor Muñoz* TROMBONES Eusebio Sáez, solista / Vicent Pérez / Gaspar Montesinos, asistente / Raúl García, trombón bajo TUBA Daniel Martínez* TIMBALES JoanMarc Pino PERCUSIÓN Juan Francisco Ruíz / Ignasi Vila / José Luis Carreres* / Guillem Ruiz*

ENCARGADO DE ORQUESTA Walter Ebenberger  
RESPONSABLE DE DOCUMENTACIÓN MUSICAL Begoña Pérez
RESPONSABLE TÉCNICO Ignacio Valero
PERSONAL DE ESCENA Luis Hernández *

COMENTARIO

por Berta Coll i Bosch

Antipopulares, formalistas, aburridos, individualistas, desagradables... La lista de adjetivos peyorativos era larga. El 10 de febrero de 1948, el Comité Central del Partido Comunista de la URSS condenó públicamente a una serie de compositores que se habían alejado del realismo soviético, que se habían encaminado hacia estilos más experimentales y no necesariamente programáticos. «Niegan los principios básicos de la música clásica. Predican la atonalidad, la disonancia y la desarmonía, como si el progreso y la innovación fueran esto. Tienen una pasión incontrolada por las combinaciones confusas y neuropáticas, que transforman la música en una cacofonía, en una superposición desordenada de sonidos». Tanto Serguéi Prokófiev (1891-1953) como Dmitri Shostakóvich (1906-1975) pertenecían al grupo de compositores supuestamente descarriados. Durante varias décadas, ambos tuvieron que hacer malabares para convivir con las presiones del régimen, a veces más discretamente, a veces con más socarronería. El deseo de componer música sin restricciones los llevó por caminos distintos. En 1918, ante la incertidumbre de la Revolución Rusa, Prokófiev se marchó a Estados Unidos, donde alcanzó cierto renombre como pianista y compositor. Shostakóvich, en cambio, se quedó en San Petersburgo y logró conciliar la obediencia al régimen con los propios impulsos creativos. Adoptó el papel de compositor soviético ejemplar con obras como la Quinta sinfonía, pero también recibió críticas duras y un par de denuncias por composiciones más atrevidas.

En 1921, cuando Prokófiev estrenó el Concierto para piano nº 3 en Chicago, ya hacía tres años que se había marchado de Rusia. Ahora bien, empezó a concebirlo varios años antes, seguramente hacia 1911. Durante esos diez años fue confeccionando por separado algunos de los elementos del concierto, como el tema en mi menor del segundo movimiento, que data de 1913, y los dos temas iniciales del primer movimiento, que son de 1917. Se trata, pues, de una obra de lucimiento, en la que el compositor concentró toda la formación pianística que había recibido desde pequeño. Dicen que, en la primera novela publicada, los escritores vuelcan todo su mundo. Aunque no se tratara de la primera composición que presentó en público, podríamos decir que en el Concierto para piano nº ‎ 3 Prokófiev hizo algo parecido: es la suma de todos los hallazgos y experimentos de juventud, que organizó armónicamente en tres movimientos. No es de extrañar, pues, que sea una obra con muchos pasajes virtuosísticos, y también llena de contrastes: desde el lirismo del tema introductorio del ‎‎andante-allegro‎ hasta la potencia rítmica del tercer y último movimiento, el ‎allegro ma non troppo‎‎. El segundo movimiento, que incluye un tema y cinco variaciones, es el más heterogéneo: el tema principal se presenta de forma mecanizada, con un aire fantasioso, con la velocidad agitada… Prokófiev destaca por el manejo ingenioso del ritmo, pero eso en ningún caso significa que no sea un compositor lírico: en el corazón del Concierto para piano hay una expresividad lírica muy profunda, arraigada en la melodiosa música rusa. El concierto termina con un canto a la vida, con un mensaje optimista que acentúa la magnificencia general de la obra. Como dice su biógrafo, Israel V. Nestyev, ‎«‎finalmente, el triunfo de la energía humana gana la partida al escepticismo y el sarcasmo‎»‎.

Tras la condena de febrero de 1948, Shostakóvich fue despedido del Conservatorio de Moscú. En los años siguientes realizó trabajos diversos para ganar dinero, sobre todo, música para películas y composiciones afines al régimen. Sin embargo, mientras tanto trabajó por su cuenta en obras más sofisticadas, como el cuarto y el quinto cuartetos de cuerda y la famosa Décima sinfonía. No se sabe exactamente cuándo la empezó —seguramente, alrededor de 1946—, pero no la terminó hasta el verano de 1953, meses después de la muerte de Stalin. Para él, 1953 supuso el fin del silencio, la apertura artística que le permitió estrenar algunas obras que había tenido que guardar en el cajón. A diferencia de su Novena sinfonía, que recibió muchas críticas porque tenía un cierto carácter satírico, la Décima sinfonía fue generalmente bien acogida o, al menos, no molestó a los altos cargos del país. De hecho, el compositor Aram Khachaturian la describió como ‎«‎un hito memorable, un paso adelante hacia la afirmación de los principios más elevados del realismo soviético‎»‎. Se trata de una obra de cuatro movimientos que destaca por un tono dramático casi constante, por un aliento trágico que se convierte en catártico. Pese a no ser propiamente programática, el compositor la presentó como ‎«‎un retrato musical de Stalin‎»‎. En el tercer movimiento introduce por primera vez el motivo “DSCH”, cuatro notas que coinciden con sus iniciales y que posteriormente utilizó, por ejemplo, en el Cuarteto de cuerda nº ‎8 y en el Concierto para violín nº ‎1. También presenta el motivo “EAEDA”, correspondiente al nombre de una de sus alumnas del Conservatorio, Elmira Nazirova.

Este concierto se incluye dentro de la programación del Barcelona Obertura Spring Festival 2023

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