PIOTR ILICH CHAIKOVSKI
(Votkinsk, Rusia 1840 – San Petersburgo 1893)
Romeo y Julieta: Obertura-Fantasía
(versió 1880) – 21
BENET CASABLANCAS
(Sabadell 1956)
“Canti ed Estasi di Lea” para soprano y orquesta
Suite de la ópera LEnigma di Lea
Textos cantados: Rafael Argullol
(2021) – Obra encàrrec de LAuditori – Estrena mundial – 13
Allison Cook, mezzosoprano
PAUSA 20'
NIKOLAI RIMSKI-KÓRSAKOV
(Tikhvin, Rusia 1844 – Liubensk, Rusia 1908)
Scheherezade, op. 35
(1888) – 47
I. El mar y el barco de Sindbad (Largo e maestoso – Allegro non troppo)
II. La leyenda del Príncipe Kalendar (Recitativo Lento – Andantino – Allegro molto)
III. El joven príncipe y la princesa (Andantino casi allegretto)
IV. Festival en Bagdad. El mar. Naufragio contra las rocas coronadas por un guerrero de bronce (Allegro molto)
ORQUESTA SINFÓNICA DE BARCELONA Y NACIONAL DE CATALUÑA
ALLISON COOK, MEZZOSOPRANO
LINA GONZÁLEZ-GRANADOS, DIRECCIÓN
PRIMEROS VIOLINES Jaha Lee, concertino asociada / Raúl García, asistente de concertino / Sarah Bels / Walter Ebenberger / Ana Galán / Katia Novell / Pilar Pérez / Jordi Salicrú / Ana Kovacevic* / Ariana Oroño* / Laura Pastor* / Aria Trigas* / Yulia Tsuranova* SEGUNDOS VIOLINES Alexandra Presaizen*, solista / Emil Bolozan, asistente / Jana Brauninger / Clàudia Farrés / Mireia Llorens / Melita Murgea/ Josep Maria Plana / Robert Tomàs / Paula Banciu* / Silvia Cánovas* / Andrea Duca* / Gabriel Graells* VIOLAS Aine Suzuki, solista / David Derrico / Christine de Lacoste / Franck Heudiard / Sophie Lasnet / Jennifer Stahl / Michel Millet / Andreas Süssmayr / Irene Argüello* / Nina Sunyer* VIOLONCHELOS Jose Mor, solista Charles-Antoine Archambault, solista / Lourdes Duñó / Vincent Ellegiers / Marc Galobardes / Jean Baptiste Texier / Carla Conangla* / Andrea Fernández* CONTRABAJOS Christoph Rahn, solista / Dmitri Smyshlyaev, asistente / Jonathan Camps / Apostol Kosev / Albert Prat / Josep Mensa FLAUTAS Francisco López, solista / Beatriz Cambrils / Ricardo Borrull, flautín OBOES Dolores Chiralt, asistente/ José Juan Pardo / Pau Roca *, corno inglés CLARINETES Josep Fuster, asistente / Lluís Casanova* / Alfons Reverté, clarinete bajo FAGOTS Silvia Coricelli, solista / Noé Cantú / Thomas Greaves, asistente / Slawomir Krysmalski, contrafagot TROMPAS Juan Conrado García, asistente / David Bonet / Pablo Marzal, asistente de tercero / Alma García* TROMPETAS Angel Serrano, asistente / Miguel Herráez* / Andreu Moros* TROMBONES Eusebio Sáez, solista / Vicente Pérez / Gaspar Montesinos, asistente / Juan Luis Bori*, trombón bajo TUBA Daniel Martínez * TIMBALES Marc Pino, asistente PERCUSIÓN Juan Francisco Ruiz / Ignacio Villa / José Luis Carreras* / Juan Antonio Martín* / Manuel Roda* ARPA Magdalena Barrera, solista CELESTA Dolores Cano * PIANO Jordi Torrent*
ENCARGADO DE ORQUESTA Walter Ebenberger
RESPONSABLE DE DOCUMENTACIÓN MUSICAL Begoña Pérez
RESPONSABLE TÉCNICO Ignacio Valero
PERSONAL DE ESCENA Luis Hernández *
* Colaborador
COMENTARIO
por Diego Civilotti
LA ELOCUENCIA DE LA MÚSICA
Permanecer en el repertorio y en el imaginario colectivo de una cultura no suele ser fruto de la casualidad. Piotr Ilich Chaikovski ya había compuesto su primera sinfonía y una ópera (El Voivoda) cuando daría luz a una de sus piezas orquestales más inspiradas. Hasta tres versiones recibió una obra que fue ignorada en su estreno. Sin embargo, esta obertura-fantasía concentra los rasgos del pensamiento sinfónico del compositor ruso y su inagotable imaginación melódica. Romeo y Julieta es capaz de pintar el brío dramático de la tragedia shakespeariana desde la riqueza y exuberancia de la orquesta. Siguiendo la propuesta y las indicaciones formales de Mili Balákirev, un joven Chaikovski completó un lienzo donde los temas se entretejen de manera orgánica. Una primera sección elige colores oscuros en maderas y cuerdas, trasladándonos a la atmósfera espiritual que rodea al personaje de Fray Lorenzo, antes de exponer el conflicto entre Capuletos y Montescos a través de pasajes agitados que desembocan en un diálogo entre vientos y cuerdas. Una transición conducirá al célebre tema, describiendo, en una tonalidad lejana, el amor alejado del enfrentamiento que reaparece una y otra vez: un amor imposible que desembocará en el trágico final de la coda.
Convertido en un drama escénico a partir de la colaboración entre Benet Casablancas y Rafael Argullol, L’enigma di Lea es un cuento mítico y un canto a la libertad de contenido simbólico. Tras ser violada por Dios y haber contemplado la inmortalidad, Lea inicia un viaje errático e iniciático, deambulando por el espacio y el tiempo y vigilada para evitar que revele "el gran secreto": el mundo se protege de su propia existencia, considerada una provocación. Por eso, en la instintiva Lea convergen todos los caminos de la obra hasta coincidir con Ram, el sonámbulo que ha renunciado a los sentidos, una personificación de la razón ciega. El último corazón de la ópera personifica el espíritu mezquino y cobarde que define nuestra época; en definitiva, los valores que combate la obra, de aquellos que renuncian a la libertad: “Nosotros, espectadores, reímos y lloramos con las funciones del doctor Schicksal (…) porque nos tranquiliza que los hombres sean marionetas en un guiñol fantasmal”. Esta suite para soprano y orquesta, Cante ed Estasi di Lea, nos permite disfrutar de los aspectos más apreciados desde que se estrenó en 2019 en el Gran Teatre del Liceu: en primer lugar, el rol dramático de Lea, un personaje herido en el que la escritura deposita grandes dosis de lirismo, y, en segundo lugar y no menos importante, la riqueza inagotable de una escritura meticulosa para orquesta con un gran abanico de recursos, que la convierte en un dispositivo tan nutrido como preciso en materia tímbrica y armónica. Es la fluidez retórica del tejido orquestal la que nos traslada al espacio mítico en el que se desarrolla la ópera. Por último, el gran cuidado por la forma se pone al servicio de este au-delá de la música en vinculación íntima con la razón romántica. Una traducción musical de lo invisible que, como escribe Casablancas en su reciente libro Paisajes del romanticismo musical, debe estar dotada de coherencia e inteligibilidad para que la música (emoción y conocimiento, placer y expresión) se revele en “nuestro ánimo sobrecogido por el silencio elocuente”.
Scheherezade es el fruto de un orfebre de la orquesta, donde la capacidad para dibujar escenas se pone al servicio de un oriente imaginado. Evocadora y provista de la fuerza plástica propia de un poema sinfónico, una partitura que Nikolái Rimski-Kórsakov definió como un caleidoscopio de imágenes de cuento. Estamos frente a una suite sinfónica disfrazada de sinfonía sobre episodios independientes de Las mil y una noches, que encuentra su unidad a lo largo de los cuatro movimientos mediante el uso de determinados motivos y sus elaboraciones expresivas en un mundo en el que se ha detenido el tiempo. La voz de la hija del visir, Sheherezade, y el oyente de sus cuentos, el sultán Shahriar, son el hilo conductor y los escuchamos desde los primeros compases de la obra. Un agitado scherzo en el segundo movimiento, donde destacan la versatilidad tímbrica de la orquesta y el tratamiento individualizado de cada instrumento, dará paso al tercer movimiento, un tiempo lento similar al primero con dos temas contrastantes que encarnan al príncipe y a la princesa, envueltos en una danza de riqueza rítmica. El último movimiento dirige la mirada hacia atrás y reaparecen en él temas anteriores, pero no de la misma manera. Sheherezade ofrecerá cuentos encadenados para salvar su vida frente al impulso del temible sultán Shahriar, que degollaba a todas sus esposas. Finalmente, en el allegro molto una transformación se opera en la reexposición de temas musicales, porque también tiene lugar en el sultán. Solo la poesía sonora del arte y la imaginación —la que produce imágenes de otros mundos-— son capaces de interrumpir, con su elocuencia, el curso de la cruda realidad.