TOY BOX

La boîte à Joujoux…

… es un “ballet para niños” de Claude Debussy, basado en un libro infantil ilustrado de André Hellé, que también creó las ilustraciones de la partitura original.
Compuesta en 1930 para piano, la obra está dedicada a la hija del compositor, Claude-Emma, conocida como Chouchou.

PRELUDIO

Imaginaos una caja llena de juguetes profundamente dormidos. ¡Una muñeca sueña con ser bailarina! ¡Y un soldado de madera imagina, en sueños, que combate en una batalla!
Algunas veces, cuando la familia de la granja duerme, la caja de juguetes se abre de repente y se desata el caos. Los marineros salen los primeros, cantando y armando gresca; los soldados de madera hacen un desfile, y el policía pasea amenazando con su porra. ¡Incluso el elefante quiere estar allí, y ya os imagináis lo que puede pasar! Los payasos, como es natural, no se quedan atrás y gastan todas las bromas que pueden.
Pero aquella noche todo estaba tranquilo, no se movía nada. Entonces, la muñeca, que soñaba con bailar un vals, salió silenciosamente de la caja…

Escena 1

El almacén de los juguetes

Encendió las luces, se acercó al tocadiscos… ¡El volumen! ¡No se había dado cuenta de que estaba muy fuerte y despertó a todos! Las otras muñecas se despertaron y salieron a ver qué pasaba. Los payasos también salieron. Y sucedió lo inevitable: todos los juguetes empezaron a despertarse. Incluso los soldados, que suelen tener un sueño muy profundo, se desvelaron. Y, cómo no, el elefante tuvo que hacer acto de presencia. Fue el encantador de serpientes quien, con su oboe mágico, hipnotizó al elefante para que saliera de la caja y le siguiera. También les siguieron los acróbatas, dando volteretas y saltando el uno sobre el otro. La muñeca no podía bailar con tanto revuelo.
Entonces, llegó un educado y bondadoso soldado silbando una canción… También apareció el novio de la muñeca, un payaso bastante descarado. Era muy divertido, aunque un poco sinvergüenza. ¿Qué hacía? ¡Ah!, mostraba un nuevo baile que acababa de inventarse. El cartero se presentó con una carta en la mano. ¡Cuidado con el perro!. Tras el susto, el cartero, con un mordisco en la pierna, entregó su carta y siguió su camino como pudo.
Todos los juguetes se agolpaban para leer la carta. La bailarina aprovechó la ocasión, se puso las zapatillas de ballet, hizo dos piruetas y después, cuando estaban todos distraídos, empezó a bailar su vals preferido. De puntillas, fue dando vueltas hasta donde estaba el payaso… Él le cogió la mano y ambos bailaron el vals. Pero el payaso, que era un descarado, la dejó sola y se marchó. Todos aplaudieron a la muñeca bailarina. Pero, ¿dónde se había metido el payaso? ¡Ay! Era aquel que coqueteaba entusiasmado con dos atractivas marionetas. El muy sinvergüenza había dejado plantada a la pobre muñeca para bailar con las dos marionetas. La muñeca intentaba agarrarlo al pasar por su lado, pero el payaso se burlaba de ella, dando unos saltos tan grandes que parecía volar. El soldado recién llegado, indignado por el comportamiento del payaso, salió para ayudar a la bailarina. La muñeca, muy enfadada, arrojó al suelo la flor que siempre llevaba. El soldado corrió a recogerla y se la puso en los labios. La bailarina no se dio cuenta del gesto del soldado, ya que estaba extasiada con el baile mágico del payaso. El soldado se puso triste porque no tenía tiempo para declararle su amor: la trompeta le reclamaba para cumplir con su deber.
Todos los juguetes bailaban entusiasmados. Estaban tan concentrados en el baile que no se dieron cuenta de que empezaba a amanecer… y que alguien se acercaba. “¡Atención!, el sol está saliendo. Los niños ya se han levantado”. En ese momento, todos –el elefante, los soldados, los payasos y las marionetas– se metieron rápidamente de un salto en la caja. Los juguetes fingían dormir profundamente. Cuando la puerta empezó a abrirse, la muñeca se apresuró a cerrar el interruptor. ¡Y se apagaron las luces! La muñeca y el payaso eran novios desde hacía tiempo, pero la relación no iba muy bien, sobre todo porque el pérfido payaso no jugaba limpio, y ella ya empezaba a estar harta. Un día se sentaron bajo las ramas de un viejo roble y se dijeron palabras hermosas al oído.

Escena 2

El campo de batalla

El payaso, como siempre, le decía fingidas palabras de amor. La muñeca confiaba en que algún día le pediría que se casara con él, ¡pero nada! El payaso era un aprovechado y no tenía la menor intención de casarse con nadie. Para animarla, le daba besos en la nariz. “¡¿Qué es esto que suena?!”, se preguntaron el uno al otro. “Solo puede ser… ¡el enemigo!”, dijo el payaso. En efecto, el capitán de los soldados de madera se presentó con su sable desenvainado. La muñeca corrió a refugiarse, mientras el payaso pedía ayuda: “¡Auxilio, auxilio!”. Los soldados se preparaban para una batalla contra los payasos, los cuales llegaron armados hasta los dientes. La batalla era encarnizada. El primer ataque fue de pistolas de agua, que fue respondido por una descarga de los payasos, que empuñaban grandes hondas cargadas de guisantes. Al cabo de un rato, soldados y payasos, creyéndose todos ellos vencedores, se dispersaron cantando victoria.
Aquella noche, bajo la luz de la luna, el soldado de madera yacía herido en el campo de batalla. Llevaba junto al corazón aquella flor de la bailarina que había recogido del suelo. Una enfermera se acercó para cuidarle. ¿Sabéis quién era? La muñeca. Pero de la oscuridad también surgió el malvado payaso. Se acercó silenciosamente al soldado que yacía en el suelo. La bailarina enmudeció de pánico. El payaso apartó de una patada la escopeta del soldado, le quitó la flor y se rio de él: “Tú ya no darás más guerra”, dijo con desprecio, y, tirando la flor, huyó entre la oscuridad. La muñeca se acercó al soldado, lo incorporó y lo abrazó para reconfortarle. “No quiero seguir con él, es malvado. Me quedaré contigo”. Gracias a los cuidados de la bailarina, el soldado pronto volvió a sentirse fuerte. De lejos se oía la fiesta de la victoria. Pero los dos enamorados preferían quedarse acurrucados, muy juntitos, bajo la luz de la luna. La bailarina y el soldado se casaron en secreto. Todos los juguetes fueron a la boda, menos el payaso, por supuesto. Pero la pareja tenía un nuevo problema: no les resultaba fácil ganarse la vida, puesto que el soldado ya no era apto para el combate. Lo único que sabía hacer la muñeca era bailar y, ya se sabe, una muñeca bailarina no tiene muchos fans. Además, las pertenencias de ambos eran muy pocas: un modesto corral sin ovejas que la bailarina había heredado de la familia, el uniforme del soldado, las zapatillas de ballet y la flor del amor que les unió.

Escena 3

La granja

Claro que… ¡las granjas no funcionan solo con amor! Afortunadamente, un día escucharon a lo lejos a un pastor que tocaba su rústico caramillo. El soldado pensó: “¿De qué sirve un corral sin ovejas?”. Vendió el fusil, las botas y el uniforme, y le compró al pastor todas las ovejas que pudo con sus ahorros.
Un día, por casualidad, pasaba por allí una chica con un grupo de ocas. La muñeca logró hacer un cambio con la chica: le dio las zapatillas de ballet a cambio de dos ocas. ¡Dicho y hecho! Poco a poco, la granja se fue llenando de ovejas, ocas, gallinas y gallos. No tenían una gran fortuna, pero eran felices… Tanto, que no hacían mucho caso del triste caramillo del pastor. Ellos se cogían de la mano y paseaban plácidamente a la luz de la luna.

Escena 4

Después de haber hecho fortuna

Para el soldado, el ejército formaba ya parte del pasado. La bailarina también dejó definitivamente el baile y se dedicó de lleno a la cría de ocas. Sus hijos se multiplicaron, por lo que organizaban fiestas en las que todos ellos, dirigidos por la madre, bailaban la polca.

Epílogo

Si os fijáis bien, podréis ver cómo soldados, carteros, payasos, acróbatas, bailarinas y granjeros, en el silencio de la noche, nos dicen adiós con la mano.

MATERIALES

Programa de mano

El programa de mano está diseñado por Daniel Montero Galán para que se convierta en un juguete. En esta página encontraréis el enlace que os llevará a la plantilla para que podáis construir el juego del comecocos con la técnica de la papiroflexia. Hay que tener presente que debéis imprimir la plantilla a doble cara. Os recomendamos que lo hagáis en tamaño A3, pero también puede funcionar en A4.

Veréis que, dentro del comecocos, encontraréis a los tres protagonistas: la muñeca, el payaso y el soldado, y también un personaje secundario, el policía. Cuando tengáis el juego montado, os podéis inventar diferentes maneras de jugar. Os ponemos algunos ejemplos:

  • Por parejas, podéis utilizar algunas melodías con letra que os hemos sugerido en la guía didáctica para hacer “el abrir y cerrar” del comecocos. Cuando la canción termina, el niño que no tiene el comecocos escoge una pestaña que levantar, y debe adivinar qué personaje se esconde.
  • También podéis jugar con los audios del concierto.
  • Os podéis convertir en el personaje que os ha tocado y crear una coreografía.

DESCARGA EL PROGRAMA DE MANO

VÍDEO: TUTORIAL DEL MOMENTO PARTICIPATIVO

GUÍA DIDÁCTICA, MÁSCARAS Y TÍTERES

Descarga las máscaras y títeres de Toy Box. En el caso de los títeres, se deben recortar y pegarles un palo. Accede también a la guía didáctica del proyecto.

ACCEDE A LA GUÍA DIDÁCTICA

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CRÉDITOS

Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña
Beatriz Fernández, dirección musical
Marta Pazos, dirección escénica, escenografía y dramaturgia
Blanca Pujol, dirección pedagógica

Ester Guntín, coreografía y asistente de dirección
Nuno Meira, diseño de iluminación
Joan Ros, diseño de vestuario
Claudia Vilà, ayudante de escenografía
Bailarinas: Laia Duran, Glòria Garcia Garrido, Mariona Moranta, Julia Romero
De las flores / Juan Carmona Román, constructor de la escenografía
Aida Mayoral, estudiante en prácticas (Institut del Teatre)
Daniel Montero Galán, ilustrador

CARREGANT…
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